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Villa JUANICÓ (Canelones - Uruguay)

El Chateau[1] de Lerena Lenguas

El Chateau[1] de Lerena Lenguas

 

    En 1886 se lleva a cabo la partición judicial de la Sucesión de Cándido Juanicó Texería (1812-1884), correspondiendo una hijuela a cada heredera (tres hijas legítimas), y en lo que respecta al padrón original de la vieja Estancia del Canelón se partió en tres partes correspondiendo a Julia Juanicó González de Lerena Lenguas la fracción al este de la vía férrea y al norte del Camino Al Gigante hasta el arroyo Canelón Chico; a Sara Juanicó Lenguas de Casaravilla, la fracción al oeste de la vía férrea hasta el Camino Nacional y al norte del Camino Al Gigante, mientras que la tercera fracción le correspondió a Celia María Juanicó Lenguas de Folle y se ubicaba al sur del Camino Al Gigante, sirviendo como límite este el Arroyo El Gigante y al oeste la vía férrea.

  Entonces: el campo de Julia Juanicó correspondió lo que es el actual padrón propiedad de Establecimiento Juanicó S.A. y al este de la vía férrea (lo    que actualmente se conoce como Colonia Moricci), mientras que la fracción correspondiente a Sara Juanicó comprendió lo que hoy conforma el centro poblado (hasta la actual Ruta Nacional Nro. 5) desde el Camino Al Gigante al norte hasta el ejido de la actual ciudad de Canelones y la fracción del campo correspondiente a Celia María Juanicó de Folle quedó comprendida desde Camino Al Gigante al sur hasta la linda con los campos de Piria (actual zona de Progreso), esta fracción  tuvo como casa solariega la que construyera su padre Cándido Juanicó (entre 1840 y 1845), casa de estilo francés ubicada entre los actuales caminos Albatros, Ciréfice y Folle.

  En 1889 (tal como surge del documento que se comparte a continuación) se publica una fotografía para una exposición llevada a cabo en París, dicha imagen fue  titulada “Chateau de Mr. Louis Lerena Lenguas”.

  Ahora bien, y a los efectos de procurar la ubicación de esa hermosa construcción debemos precisar que la exposición fotográfica fue en 1889, la fecha de la fotografía –según surge del propio documento- dataría de 1878.    

  ¿En qué parte de Estancia de los Juanicó se ubicó dicha casona? La silueta o diseño arquitectónico –en parte- se asemeja a la actual construcción conocida como “Domaine Castellar” (vieja residencia que mandó levantar Cándido Juanicó y que posteriormente le perteneció a la familia Folle Juanicó). ¿Será acaso la misma edificación? ¿O es otra? Y si es así ¿Dónde se ubicó? Pues hoy, no existiría.

  Posiblemente, sea la misma casa de campo pero modificada. Sí la imagen corresponde a 1878 (como reza en el propio documento que se encuentra en los archivos de la Biblioteca Nacional) Celia Juanicó -tenía tan sólo 13 años de edad- no será propietaria de la fracción hasta 1886.

   Existe sí una divergencia en el documento que puede llamarnos a confusión y es el hecho de que “Estación Juanicó” se le conocerá recién a partir del 8 de mayo de 1888 (tal como se verá más adelante), antes de eso dichas instalaciones del Ferrocarril Central se les conocía como Estación “Joaquín Suárez”. Es probable que la etiqueta y datos que surgen de la fuente consultada se haya agregado el rótulo “Station Juanicó” porque en 1889 se llevó a cabo la exposición de París en la que participó dicha fotografía. Y otra cosa –ya en 1889- Lerena Lenguas administraba lo que se llamó “Cortijo Juanicó” y el mismo se emplazaba en el padrón que le perteneció a su esposa, una vez fraccionado el de mayor área propiedad de Cándido Juanicó (suegro de Lerena Lenguas).

     El dato no es menor, porque nos permite –al menos- acercarnos a la ubicación de la casa que registra la imagen (que hace poco antes de la edición de este trabajo, hallamos en los archivos digitales de la Biblioteca Nacional). Pues, sinceramente, se da en el caso cierta dificultad para ubicar con exactitud una edificación que se creía inexistente (o al menos modificada en la actualidad).   

 

 

Casa de campo de Luis Lerena Lenguas en los campos de la actual zona de Juanicó

 

  Anibal Barrios Pintos[2] señala que la amplia casa familiar con 15 habitaciones y 4 galerías y que: “El edificio del ex Cortijo[3] Juanicó se encuentra a 3 kilómetros de Progreso, sobre la carretera al Gigante.”[4]

   El dato que aporta el distinguido historiador minuano parece darnos un nuevo indicio que la imagen del “Chateau de Lerena Lenguas” sería el actual “Domaine Castelar” de Familia Deicas, pues éste dista a una distancia no mayor a 3 kms de la ciudad de Progreso. Aunque, esa exquisita construcción de estilo francés le perteneció (recién en 1886) a Celia Juanicó de Folle.

   La existencia de esa foto bajo el título de “Chateau” (castillo) de Lerena Lenguas arroja más dudas que certezas, porque en la actualidad, no existe esa construcción tal cual la describe la imagen compartida; o fue modificada y es la actual Domaine Castelar (que perteneció a Folle y no a Lerena) o es otra distinta ubicada donde se encuentra actualmente el casco histórico del Establecimiento Juanicó y, lamentablemente, desapareció por esos inesperados arrebatos de la piqueta fatal del progreso.   



[1] Chateau: Término francés que refiere a una casa solariega o residencia de campo.

[2] Ob cit pág. 530 y sgs.

[3] Cortijo: Hacienda y Casa en Andalucía.

[4] Ob cit pág. 531 A. Barrios Pintos

A 245 años del nacimiento de Francisco Juanicó

A 245 años del nacimiento de Francisco Juanicó

El 10 de mayo de 1776 en el hogar de Antonio Juanicó y Vinent y Elisabeth Sans y Petrós, en la ciudad de Mahón (Menorca, Islas Baleares) nace un niño al que le bautizan con el nombre de Francisco José Buenaventura, según surge del acta de la partida bautismal suscrita por el Presbístero Gabriel Vinent (Parroquia Santa María de Mahón).
El hogar de la familia Juanicó Sans se integraba por 8 hijos, Jaime (el mayor) y Francisco abrazaron la vocación del mar, convirtiéndose a temprana edad en marinos.
Fueron tres hermanos de la familia Juanicó que decidieron por cruzar el Atlántico con proa al sur. Fue en el año de 1795 que Jaime, su esposa Teresa Santíes (con sus hijos Zoilo y Justo), sus hermanos Antonio y Francisco Juanicó zarpan del puerto de Mahón hacia el Río de la Plata. Llegarían todos sanos y salvos a Montevideo, excepto Jaime quien luego de enfermar fallece durante la travesía trasatlántica.
Francisco y Antonio Juanicó junto a la viuda Teresa Santíes (y sus pequeños hijos) llegan al puerto de San Felipe y Santiago de Montevideo el 31 de diciembre de 1795. Mientras que el joven Francisco sigue navegando entre Montevideo y Buenos Aires, una y otra vez, así como al Viejo Continente. Su vocación náutica cesa cuando resuelve anclar su corazón definitivamente en el puerto de la colonial Montevideo, el 3 de junio de 1801.
Francisco Juanicó pasa una temporada residiendo en una fonda -propiedad de un británico- conocida como “Tres Reyes”. Rápidamente, el capitán de la marina británica, se matricula como comerciante (diciembre de 1801). Su personalidad, inteligencia y habilidad pronto se impondría en Montevideo. Francisco Juanicó se relaciona con burgueses criollos, con 21 años de edad, se inicia como administrador de bienes ajenos y se vincula al Cabildo, ganando la amistad y simpatía de influyentes personalidades de la Plaza Fuerte.
Juanicó en una fugaz carrera que, a ninguna actividad renegó sino que asumió con absoluta dedicación y responsabilidad. Francisco Juanicó era comerciante y armador-naviero, administrador de bienes propios y ajenos, miembro del Cabildo, agricultor, hacendado y llegó a ser primer Presidente de la Junta Económico-Administrativa de Montevideo (elegido por una abrumadora mayoría en setiembre de 1830). De modo que, dedicó su vida a los negocios y también a la tarea pública ya sea en tiempos de la Colonia, de la Cisplatina y en los primeros años de vida independiente del Estado Oriental.
Su fortuna se edificó en base a su trabajo y, como hábil mercader, se dedicó –como otros de su época- al negocio de tráfico de esclavos. Oficio que visto desde la anacrónica perspectiva de hoy, merece nuestro más radical juicio. Más allá de esto, Juanicó estuvo en la hora del servicio sí la Patria que lo adoptó como hijo le requirió, aunque diestramente supo mantenerse con ajenidad a los asuntos de las divisas lo que no le impidió estrechar vínculos amistosos con adalides de la época: Lavalleja, Oribe y Rivera.
Sí se mantuvo distante de José Artigas y su revolución, pese a que el Jefe de los Orientales era pariente de su esposa.
Pero, hagamos un alto. Conozcamos un poco más a la persona. Francisco Juanicó fue padre de dos hijos (habidos fuera de su matrimonio) Carlos (1803) y Carolina Cipriana (1805). Hasta hoy, desconocemos quien fue la madre de los niños o si lo fueron con quien contrajo matrimonio con posterioridad (Lerena Juanicó en su libro “Crónica de un Hogar Montevideano…” refiere a que Carlos y Carolina eran hijos “de un anterior enlace…” sin más. Es una de las cuestiones que restan por escrudiñar y arrojar luz a este misterio, entre otros tantos.
El 16 de marzo de 1807 Francisco Juanicó contrae nupcias con María Juliana Texería y Pagola (1790- 1839), de dicho matrimonio nacen: Eduardo (el 9 de marzo de 1809 y fallece el 5 de enero de 1811), Cándido Quintín de los Santos (31 de octubre de 1812) y Enrique Pantaleón (el 27 de julio de 1815).
Hijos en los que deposita la mayor inversión: su educación. Siendo Cándido quien se embarcó primero a Buenos Aires y luego a Europa, obviamente que en la Provincia y desde la casa del Miguelete recibió (él, su madre y hermanos) clases de Juan Manuel Besnes e Irigoyen, siendo posteriormente alumno de la Escuela Lancasteriana para después seguir formándose –Cándido- en el exterior, como dijimos.
Pero volvamos a Francisco, el patriarca de los Juanicó. Culminada su labor en el Cabildo (fue Juez de menores) pasó a asistir a las sesiones de la Junta de Comercio, fue además delegado del Consulado de Comercio de Buenos Aires, siendo “Juez diputado” le cupo la responsabilidad de reunir a los comerciantes de Montevideo a fin de tratar los diversos asuntos mercantiles del Plata (estamos refiriéndonos en el entorno de los años 1810 a 1812). Además se desempeñó, entre otras dignidades, como: miembro de la Junta de Aforos de la Aduana (1818), Juez de la Cámara de Apelaciones, Tribunal Superior de la Provincia (1818-1822), vocal en la Junta Superior de la Real Hacienda y Contabilidad General de la Provincia (1818) y, designado por Lecor para integrar como miembro del Consejo General de la Provincia (1824).
Pese a su cercanía a la Cisplatina y los honores que esta le dispensó (lo nombraron Vizconde del Miguelete), ello no menguó su amistad con Juan Antonio Lavalleja a quien le auxilió alguna vez (hay una carta de Lavalleja de 1822 que así lo acredita).
Juanicó laborioso, hábil mercader e ingenioso hacendado, le permitió acumular una copiosa fortuna. Fue propietario de grandes extensiones de tierra: adquirió una Estancia en Paysandú a orillas del arroyo Hervidero, la que bautizó con el nombre de dicho cauce, en ella (en 1833) estableció un saladero.
Adquirió el 13 de setiembre de 1830 en sociedad con Andrée Cavaillón la Estancia del Canelón, estableciéndose con el francés una próspera hacienda ganadera y pastoril. Campos que a finales del siglo XIX inmortalizará su apellido para convertirlo en el nombre de una fecunda y progresista localidad.
Tuvo propiedades en Entre Ríos, fundo conformado por extensas tierras a cuya altura y sobre el río Uruguay se encuentra la Isla Juanicó (actualmente en ella se levanta la Escuela Nro. 84 “República Argentina”).
Francisco Juanicó fue introductor al país diversas especies arbóreas y razas ganaderas. Desde Europa trajo: olivares, nogales, citrus (naranjas, limones y pomelos), avellanos, almendros, castaños, palmas de Berbería, bananeros y arbustos de café, moreras blancas para sustento de los gusanos de seda, cultivados en sus distintas propiedades o en su hermosa chacra del Miguelete.
Juanicó fue castigado duramente en sus posesiones primero por la revolución del Río de la Plata (como él mismo la denominaba) como posteriormente la Guerra Grande.
Hay una carta que él dirige a Marcos de Sobre Monte (hijo del ex Virrey) donde expresa, con claridad, sus perjuicios:
“…y de otra Estancia a ocho leguas de esta plaza sobre el Canelón Chico, a más de las pérdidas de ganado vacuno y caballos me han llevado últimamente tres esclavos y porción de peones canarios, por quienes anticipé los pasajes de 100 pesos fuertes a cada uno que debía desquitar con su trabajo, quedando abandonadas las mejores manadas Merinas y Sajonas existentes en el país… (Diciembre 18, de 1839).
El año de 1839 no fue fácil para Juanicó y sus hijos, pues más allá de los azotes que la guerra le infringió, la enfermedad le arrebató a su amada María Juliana. Su hijo Carlos, debió abandonar “El Hervidero” y exiliarse unos años en Buenos Aires, tras ser perseguido por las fuerzas de Don Frutos; Enrique, marchó a Río de Janeiro junto a su hermana Carolina (quien en 1822 casó con el Mariscal Juan C. Callado, emigrando al Brasil).
La ruptura con Rivera (en 1842) determinó que se estableciera en la Chacra del Miguelete, bajo la tutela del Gobierno del Cerrito. El 16 de diciembre de 1845, a la edad de 69 años, fallece en esa chacra tras sufrir un accidente en un paseo de sopanda que, al caer, se da un fuerte golpe en la cabeza lo que, al mediodía de esa jornada, le provoca su muerte. Su sepelio se realizó en el Cementerio de “La Mauricia”, actualmente sus restos descansan en el panteón familiar en el Cementerio Central (Montevideo).
A 245 años del nacimiento del menorquín que, nació bajo dominio británico, ancló su corazón –muy joven- en esta banda del Uruguay, nuestro recuerdo a quien importara a estas tierras de Sud América, entre otras especies arbóreas y razas ganaderas, su apellido para transformarse en el nombre de la localidad canelonense, tan pujante y activa como Francisco.
Dr. Fernando Lúquez Cilintano

"LA LOCALIDAD QUE EL FERROCARRIL DIO SU NOMBRE"

La actual localidad de Juanicó (departamento de Canelones), declarada por ley (dentro de la categorización de centros poblados) como “Villa Juanicó” recién el 13 de noviembre de 2002 (ley Nro. 17587), obtuvo su designación de hecho por una entidad privada: “The Central Uruguay Railway Company” (La Compañía del Ferro-Carril Central del Uruguay).

   El 1° de abril de 1872 quedó habilitada al tráfico la línea ferroviaria Juanicó – Canelones, que el 15 de noviembre del año anterior, había quedado operativa la Estación “Progreso” en la zona conocida como “Puntas del Colorado”. Entonces, el primer día de abril de 1872 con un viaje de la “máquina del progreso” llega hasta los campos de Cándido Juanicó para atravesarlos, humeante y ruidosa, va espantando al ganado que corría despavorido ante el rápido y desafiante negro monstruo de hierro.

    Esa Estación –cuya instalación se emplazó en una fracción de terreno que “vendió por un peso” Juanicó a la Compañía del Ferro-Carril- se le designó con el nombre del patriota guadalupense Joaquín Suárez, que además fue suegro de Senén María Rodríguez, administrador de la Compañía, fallecido en noviembre de 1871.

  Tiempo después, precisamente el 15 de octubre de 1882, a iniciativa de Francisco Piria de Grossi (1847 – 1933) se funda el pueblo Suárez, en las cercanías de Pando. Poblado que iría creciendo a la vera de otra línea férrea: la del Ferro-Carril Nordeste del Uruguay (“North Eastern Uruguay Railway”).

   Por casi 6 años existieron en el mismo departamento (Canelones) dos estaciones del ferrocarril con el mismo nombre, aunque el pueblo fundado por Piria se le designara solamente como “Pueblo Suárez”, mientras que la designación de Estación “Joaquín Suárez” (en las cercanías de la Villa de Canelones) fue a raíz de la iniciativa de una empresa privada.

   La iniciativa de Piria tuvo la visión básica del ordenamiento territorial del centro poblado que se creaba con el fraccionamiento en solares de un padrón en mayor área de su propiedad. Más tarde creó la Escuela “Juan Manuel Bonifaz”, es decir, les fue dando a los pobladores de aquel lugar los servicios básicos que el núcleo urbano requería.

  En cambio, la Estación “Joaquín Suárez”  fue rodeándose de ranchos de peones de, fundamentalmente, la Estancia de Cándido Juanicó. Siete años más tarde, a impulso de vecinos (Ángel Mosquera, Domingo Caraballo, Santiago Mirassou, Francisco Valla, entre otros), se crea la Escuela Rural Nro. 7 cuyo primer maestro preceptor fue Baldomero de la Peña. Es la actual Escuela Nro. 9 “Mtro. Gregorio Migues Vieyte”, con sus prolíficos 141 años de labor educativa.

  Según compulsa que tuvimos oportunidad de realizar en los libros diarios de la Escuela, los distintos maestros directores desde 1879 (año que se crea el centro escolar) comenzaban labrando sus actas diarias haciendo mención a la fecha en que se dejaba constancia la actuación y al lugar geográfico donde la misma se levantaba; entre 1879 y 1888, se principiaba el escrito con la frase: “En Estación Joaquín Suárez a los…” tantos días del mes tal… Se creyó que se mantuvo esa designación al paraje hasta noviembre de 1888. Pero no. La Estación “Joaquín Suárez” dejó de llamarse en mayo de ese año.

  Hace unos días accedí a un exquisito material histórico brindado por la familia Rabellino Isabella que daba cuenta de un dato interesante: el agricultor italiano Francisco Rabellino, arrendatario de campos del productor Federico E. Balparda (1839-1889) es tenedor de un recibo de pago cuyo tenor expresa lo siguiente:

 

 

“Recibí del Sor Don Francisco Rabelino Ciento cuarenta y siete pesos oro  sellado por un año de arrendamiento, vencido el 1° del presente mes del terreno que ocupa de mi propiedad cerca de la Estación Joanicó en el Departamento de Canelones.

        Montevideo, Agosto 30 de 1888

Federico E. Balparda”

 

   Pero ¿Cuándo se produjo el cambio y por qué?    

   El ferrocarril se constituyó en medio de transporte tanto de carga como de pasajeros, medio que desafiaba a los tradicionales (carretas, diligencias y transporte fluvial). Desde Montevideo, precisamente –desde Bella Vista (actual Estación Lorenzo Carnelli) salían encomiendas a distintas estaciones de las líneas ferroviarias para llegar a manos de sus propietarios.

  Dos estaciones con una misma designación, en distintas ubicaciones geográficas, podrá imaginarse el lector que algún contratiempo se habrá dado para que la mercadería llegara al destino correcto. Y así fue.

  El 8 de mayo de 1888 la administración del  “Central Uruguay Railway Company Limited”  emite el siguiente comunicado que sería publicado en el diario “El Siglo”:

“FERROCARRIL C. DEL URUGUAY

Se hace saber al público que para evitar las continuas equivocaciones que se cometen en la remisión de cargas, etc, a la actual ‘Estación Joaquín Suárez’ por motivo de existir otra de igual nombre sobre la línea del Ferrocarril N. Este ubicada en el pueblito del mismo nombre, se ha resuelto denominar ‘Estación Joanicó’, desde el 15 del corriente mes (ilegible) de nuestra línea, situada en campos de esa sucesión.

Montevideo, Mayo 8 de 1888.

                                                                 La Administración”

 

  Aquí viene otro problema: ¿Es Juanicó o Joanicó? {

    No hay lugar dudas que el apellido del menorquín Francisco José Buenaventura Juanicó Sans y Petrós (1776 – 1845) llevaba una sola o y con tilde (pese a que su origen catalán, no lleva tilde y admite dos acepciones: Juanico o Joanico, pues su matriz “Juan” con el sufijo “ico”, castellanizado no significa otra cosa que “Juanito”[1]), la partida de nacimiento del patriarca de la familia surge el apellido Juanicó, labrada con motivo de su nacimiento en mayo de 1776.

   El yerro de escribir Joanicó, según nos contó –el Prof. Leonardo Chiazzo- que su abuelo Félix comentaba el hecho de que –probablemente uno de los nietos de Cándido Juanicó- hubo de llamar la atención a las autoridades del Ferrocarril al apreciar que el cartel de la nueva estación estaría mal escrito, cosa que inmediatamente se corrigió.

  Aunque las erratas persisten en escribir mal el nombre de Juanicó aún hoy, pleno siglo XXI. A pesar de que las etiquetas de vinos finos que se elaboran en la zona, se constituyen en la máxima publicidad del lugar. 

   En definitiva, no hubo ni inauguración de la Estación (sino habilitación de la línea) así como tampoco una designación oficial en mérito a los servicios que prestó al país el Dr. Cándido Juanicó (abogado, jurisconsulto, juez, Presidente de la Alta Corte de Justicia, diputado y Senador de la República, diplomático, embajador ante distintas potencias extranjeras entre otras actividades culturales y académicas que cumplió). No se pretende quitarle mérito a la elección hecha por las autoridades del CURC, pero creemos que no se tuvo en cuenta los antecedentes históricos de la designación sino que, más bien se hizo el cambio para evitar inconvenientes en el servicio de encomiendas.

Así y todo, el ferrocarril nos dio el nombre y la Estación, fue la semilla que germinó para floreciera el proceso fundacional de una localidad que emergió en la geografía y en la historia de Canelones, sin ordenamiento territorial y sin quererlo por parte de las autoridades. Más bien, ha sido su gente –la de ayer y también la de hoy- la que edifica su prosperidad, con cada demanda lograda, con el trabajo cotidiano y sin dudas, motivada, por ese puñado de sueños compartidos.

  La historia es dinámica y no deja de sorprendernos. Sigilosa se mueve cual saber humano y nos sorprende, desbaratando conclusiones que creíamos selladas por la “autoridad de la cosa juzgada” (al decir en la jerga judicial). Pero no. La historia siempre admite revisión.

 Fernando Lúquez Cilintano.-



[1] “Juanicó, de apellido a localidad” pág. 11 Fernando Lúquez Cilintano (Montevideo, -Imprenta Mastergraf 2012)

"Los Secretos de una Reliquia" (Libro)

"Los Secretos de una Reliquia" (Libro)

Existe en la localidad de Juanicó (departamento de Canelones) un conjunto edilicio de larga data. Hasta hace, relativamente poco tiempo, se adjudicó el mandato u orden de su construcción al capitán de navío y  acaudalado hacendado Francisco Juanicó (1776 – 1845); un detenido estudio (en base a bibliografía tanto nacional como extranjera) terminó por desmoronar aquella idea originaria de la tradición oral local. Pues, se sabe –hasta la reciente edición del libro “Los Secretos de la Reliquia”©- no se ha acreditado documentalmente aquello que se afirmaba.  

  El avecindamiento de los padres jesuitas, a mediados del siglo XVIII, en la actual zona de Juanicó; precisamente, entre los arroyos Canelón Chico y El Gigante, estableciendo la Chacra San José, se constituye en uno de los indicios para determinar dudas respecto a la fidelidad de aquello que la tradición oral les enseñó a los pobladores (e investigadores) de la localidad canaria de Juanicó.

  Otro dato interesante lo aporta la numerosa presencia de indios tapes que se dispersaron en diversos puntos de la Banda Oriental a partir de la segunda mitad del siglo XVIII; precisamente, en esta zona de los Canelones se dio la presencia del catequizado guaraní.

  En “Los Secretos de una Reliquia”© se verá un somero repaso por las construcciones arquitectónicas o ruinas existentes en nuestro país, hijas de una edad de progreso de la época colonial, donde la economía del cuero tuvo su auge. Por ejemplo, la Junta de Temporalidades inventarió (en 1767) la existencia de un depósito de 2.200 cueros en la actual localidad de Juanicó, en la que los padres jesuitas tuvieron su “estancia chica” (de 3.105 hás), fundo dedicado a la explotación ganadera. Entre esas construcciones coloniales, en las que por encargo o con la dirección de los padres jesuitas, los indios tapes hicieron su aporte como alarifes o peones, se procura indagar el origen, edad y finalidad de aquel conjunto edilicio que hoy conforma el casco histórico del actual Establecimiento Juanicó.

  El gran secreto de ese antiquísimo complejo arquitectónico (declarado Monumento Histórico Nacional en 2009), estuvo escondido por decenas de décadas bajo el subsuelo juanicoense: la actual cava de vinos de guarda.  Obra subterránea que, misteriosamente, guarda llamativas similitudes en su diseño arquitectónico con otras que se encuentran dispersas por la Cuenca del Plata; construcciones que tuvieron como autores a los “grandes constructores de subterráneos” (al decir de Leopolpo Lugones): los padres jesuitas.

   “Los Secretos de una Reliquia”© una investigación histórica del Dr. Fernando Lúquez Cilintano es completada y jerarquizada por los aportes realizados por el Arq. Fernando Chebataroff, el Ing. Agrim. Óscar Nóbile y el Prof. Agapo Luis Palomeque, éste último como prologuista. Una pieza literaria que, con estricto rigor científico, ingresa en el estudio de los primeros años de la colonización en la vieja jurisdicción de San Felipe y Santiago de Montevideo y, en especial, durante la primera época de la Compañía de Jesús en la Banda Oriental (1746-1767).   

PALABRA DE ASCENCIO

PALABRA DE ASCENCIO

 

   Este diez de octubre se cumplen diez años de la desaparición física de un vecino duraznense de cuna, juanicoense por adopción. Aunque, vivió sus años mozos junto a su adorada madre, en la ciudad de Canelones. Decenas de anécdotas supo describirle a quien hoy, viene a recordarle, y en honor a la amistad que en el ocaso de su vida, los vinculó en estrecho afecto, quiere compartir.

   Ascencio conocido en el pueblo y en su ambiente laboral como “Eduardo”, fue hijo de Ascencio De León y de Virginia Chappe. Aquel niño nació en Villa del Carmen (departamento de Durazno) el 13 de enero de 1928, tempranamente (a sus dos años de edad) vivió el infortunio de la orfandad paterna.

  Linotipista de fino dedo y de pluma exquisita, riguroso en la sintaxis y de rico manejo de la lengua castellana, llegó –por los años sesenta y setenta- a trabajar en Marcha. Ascencio –o como él gustaba llamarse, Eduardo- fue persona de confianza del director de aquel medio de prensa, Dr. Carlos Quijano; en dicho medio supo conocer y hasta estrechar fraternos vínculos de amistad con el propio director, así como prestigiosos columnistas y colaboradores: Homero Alsina Thevenet, Mario Benedetti, Guillermo Chifflet, Manuel Flores Mora, Eduardo Galeano, Wilson Ferreira Aldunate, Arturo Ardao, Carlos Real de Azúa, entre otros.

  Las tertulias con Eduardo se convirtieron para el joven facultativo, una asignatura donde el aprendizaje de experiencias compartidas con aquel veterano linotipista, fueron calando hondo en el corazón y en la mente, de quien –con el pasar de los años- se jactó de ser su amigo. El campo mental nos unió tanto como el amor por las cosas y las mejoras del pueblo. Y aquí me quiero detener.

Eduardo De León siendo integrante de ese grupo de vecinos fundadores de la Comisión Vecinal Pro-Mejoras de Juanicó (fundada el 24 de mayo de 1985), fue su primer Vicepresidente acompañando a la directiva que presidiera otra querida vecina de Juanicó: Julia Inés Espino de Ruzycki. Al mencionarlos, me vino a la mente –una de las tantas anécdotas que me contara Eduardo- en una determinada reunión de la Comisión (por los años 1987 o 1988) se dio paso a un debate en la Comisión sobre las prioridades a trazarse como objetivos a alcanzar: un Comedor Infantil o una Garita pública. Eduardo bregaba por la construcción de una Garita para permitir que quienes usaran del transporte público, pudieran guarecerse (legítima aspiración que a la postre se concretaría), recordaba que la Presidente de la Comisión, inclinándose con firmeza (y argumentos por demás válidos) por la creación del Comedor Infantil, me comentó que dijo: “Los niños no pueden esperan”, lacónica respuesta que llevó a que tanto el interlocutor como el resto de la Comisión, asintieran en la iniciativa que, con éxito funcionara por tantos años en Juanicó.

  Eduardo, vecino respetuoso, afable y siempre dispuesto a colaborar en las causas justas del pueblo. Desembocan en mi mente, tantos recuerdos de momentos compartidos que, seguramente, quienes le conocieron (y le quieren como quien ahora escribe), completarán esta semblanza o humilde homenaje. Pues, como decía el gran Carlos Brussa “No muere nunca, aquel que se le recuerda”. Y a Eduardo, lo recordamos siempre.

  Entre 1993 y 1995, se puso al hombro un asunto del pueblo: el nomenclátor. Es que, por el año 1989 la Comisión Vecinal había remitido a la Junta Departamental un proyecto para la designación de nombres para las calles de Juanicó que, por entonces, se les distinguía por números. Ascencio (Eduardo) organizó una colecta vecinal y para darle difusión a la iniciativa, hizo colocar en cada comercio del pueblo, el plano del casco urbano a fin de que el vecindario, fuera conociendo el nombre que se le adjudicó a cada calle de aquel pequeño poblado. Finalmente, la obra se concreta por la contribución económica de vecinos que permitieron la compra del material necesario. Juanicó al cumplir el 125° aniversario de la Iniciación de su Proceso Fundacional (año 1997), contó el nomenclátor en cada intersección de calles.

 Finalmente, las cosas del destino (o el cruce de caminos que la vida nos reserva), Eduardo y quien escribe, compartieron la integración de aquella Comisión Vecinal presidida por otro querido vecino y amigo el Mtro. Didier Zecchi Torres (2000- 2004). Recuerdo otra de las frases que, una y otra vez, Eduardo me decía: “Fernandito…la obra más importante, es invisible: el saneamiento”.   Vaya sí es así. Obra largamente ansiada que, tuvo en la Comisión Vecinal, su incondicional precursora. En noviembre de 2002, Juanicó pasa a ser la primera localidad del interior del país en conectarse a la red de efluentes decantados.

   Cada palabra de Ascencio aflora en nuestro corazón y nos impulsa a seguir el ejemplo de quien quiso a este pueblo (suyo y de los suyos), lo mejor.

  De tantas tardes compartidas en su casa (o en la mía), como otras tantas sesiones de la Comisión Vecinal, fueron tejiendo una amistad que trascendió credos ideológicos, pues hundió sus raíces en la misma filosofía de vida: ver y ayudar a hacer crecer al pago que es hogar de todos.

  Ese es el denominador común o medula de la comunidad.

  A diez años de tu partida física, Eduardo tu Espíritu está entre los tuyos, y este amigo que te escribe, siente que en cada logro de Juanicó, está tu aliento que nos anima a seguir por el mismo trillo que supimos compartir. Paz a tu Alma, recuerdo a tu obra y reconocimiento a tu memoria.     

 

Fernando Lúquez Cilintano.-

 

Adolfo Folle Juanicó. A 125 años de su nacimiento

Adolfo Folle Juanicó. A 125 años de su nacimiento

      Adolfo Cándido Víctor Folle Juanicó, nació en Montevideo el 26 de julio de 1895. Hijo de don Carlos Folle Rossi y doña Celia María Juanicó Lenguas (quienes contrajeron matrimonio en 1885). Abogado, productor ganadero, hombre vinculado a la cultura y al turf. Supo ocupar altos cargos en la Administración Pública, llegando a ser Ministro de Instrucción Pública y Previsión Social en el gobierno del Dr. Juan José de Amézaga. Supo ser Embajador extraordinario del Uruguay ante la República Argentina. Supo además, ser Presidente de la Corte Electoral. Adhirió al Partido Colorado, fue dirigente cercano a don Tomás Berreta y Luis Batlle Berres.

      Contrajo matrimonio con doña María Elena Martínez Correa el 3 de agosto de 1923. El hogar de Don Adolfo y doña María Elena, nacieron cuatro hijos: Adolfo, María Helena Marta Adriana, Celia Beatriz y Carlos Julio (con quien he tenido el honor de contar -en diversas ocasiones- su permanente colaboración en mi afanosa empresa de conocer y hacer conocer a la familia Juanicó, acercándome datos y documentos relacionados con sus ascendientes).

 

FOLLE JUANICÓ  Y EL TURF

 

      El Dr. Folle Juanicó fue un activo precursor de la actividad turfística no sólo en el Uruguay sino también en Argentina; en nuestro país supo ser fundador y Presidente en diversos períodos del Montevideo Jockey Club y socio honorario del Jockey Club de Buenos Aires, además de Presidente de la Fundación de Esgrima del Uruguay.  

    Circuló una medalla conmemorativa en su honor, en cuyo anverso figura la efigie de espalda de hombre tratando de dominar un caballo salvaje. Firma, E. Prati, y en su reverso puede leerse: Al Doctor Adolfo Folle Juanicó los socios del Jockey Club y amigos como homenaje por su brillante gestión presidencial Montevideo, 1937-1941. Firma: Tammaro.

    En nuestro país, cada año se disputa el destacado premio turfístico que lleva su nombre: “Adolfo Folle Juanicó” de gran trascendencia e interés internacional.

     El Dr. Folle Juanicó resultó condecorado con las dignidades de Comendador del Cóndor de los Andes de Bolivia, y Gran Oficial del Mérito de Chile.

 

LA CULTURA Y EL DERECHO.  EL MINISTRO.  

 

     En 1927, el Dr. Adolfo Folle Juanicó fue autor de una de sus más importantes obras jurídicas “La Nueva Ley de Desalojo” en dicho trabajo realiza un diáfano estudio de la ley que reglamenta dicha estructura procesal que versa sobre relaciones arrendaticias. Realiza en ese trabajo un análisis, que la doctrina puede perfectamente, consultar por su vigencia en el desarrollo exegético de esta materia del derecho procesal.

   Adolfo Folle Juanicó incursionó además en la materia del derecho electoral, por eso llegó a ser Presidente de la Comisión de Asuntos Electorales del Consejo de Estado.

    El 6 de julio de 1943 el gobierno aprobó el Estatuto de la Academia Nacional de Letras, siendo instalada el 29 de octubre de ese año en ceremonia que presidió el primer mandatario Dr. Juan J. de Amézaga y el Ministro Adolfo Folle Juanicó; fue designado primer Presidente de la Academia, Raúl Montero Bustamante.

   Fue Ministro firmante del proyecto de ley que consagra y estatuye para la legislación laboral que aún hoy, goza de plena vigencia tal instituto jurídico: los Consejos de Salarios y la Negociación Colectiva (ley  10.449 del 12 de noviembre de 1943), por ejemplo.

 

LA FAMILIA Y LA PRODUCCIÓN RURAL

 

      Intercalando su actuación como abogado supo desarrollar su actividad ganadera precisamente, en los campos que pertenecieron a su familia materna: los Juanicó, en el departamento de Canelones.

     En charlas telefónicas mantenidas con su hijo Carlos, recuerda que de niño, supo pasar fines de semana en los campos de sus abuelos, pues su abuela Celia María heredó de su padre Cándido Juanicó, una fracción de la Estancia del Canelón. Esa propiedad habida de la partición efectuada entre las hermanas Celia, Sara y Julia Juanicó, es actualmente atravesada por el camino que une a Progreso con el Camino Al Gigante y, precisamente, lleva su nombre: Adolfo Folle Juanicó.

      La casa que recuerdan tanto Carlos Folle como su prima Felicia (hija de Andrés) es la hermosa finca de corte francés espléndidamente restaurada por la Familia Deicas y ha sido bautizada con la designación “Domaine Castelar” (Castillo del campo). Residencia que mandara a construir entre 1840 a 1845, Cándido Juanicó, se ubica entre los caminos Ciréfice, Albatros y Folle Juanicó.

     Adolfo Folle Juanicó falleció el 23 de agosto de 1967, en Montevideo. Fue un fiel descendiente de sus mayores, pues no sólo se vio en el campo rural labrando la prosperidad familiar sino que se le vio en el campo del saber en los estrados judiciales o como jurisconsulto, y también se le vio en el campo del hacer en favor del país, de la cultura y del deporte, siendo el turf su amada afición.

CHINA, EL GUSANO DE SEDA Y JUANICÓ

La producción de seda ha sido una actividad importante y se la ha asociado a un animal invertebrado, el  Bombyx mori (gusano de seda). Dicho insecto fue  domesticado en China por el año 2.640 a.C., según la tradición oriental se lo halló en los jardines del Emperador Huang Ti. Cuenta la leyenda que la esposa del Emperador, Xi Lingshi, fue quien descubrió al artrópodo que estaba destruyendo a las moreras de su jardín, la devastación de aquellas plantas sería provocada entonces, por gusanos blanquecinos que producían una serie de capullos brillantes.

    Según esa legendaria historia, Xi Lingshi dejó caer accidentalmente un capullo en agua tibia, vio poco después, que podía descomponerlo en un largo filamento. Y de esa manera fue que se descubrió la seda y así se produjo el nacimiento de la sericicultura. El alimento del gusano de seda es la hoja del árbol de la Morera, lo que le aporta al insecto es el almidón necesario para producir la seda.

     Los chinos guardaron celosamente para sí, el cultivo de la seda por más de 2.000 años.  

     El celo chino de cuidar el secreto de la cría del gusano de seda y las bondades de la sericicultura, se daba por medio de sanciones drásticas tales como la pena de muerte, a quienes sustrajeren huevos, gusanos o mariposas de la especie fuera de las fronteras imperiales. 

    En el año 550 d.C. el Emperador romano Justiniano (525 d. C. – 548 d. C)  envió a oriente monjes cristianos para predicar la fe y, de cierta manera, los religiosos pudieron burlar las medidas de defensa china establecidas para la sericicultura, y así lograron llevar a occidente no sólo el conocimiento adquirido de la técnica, sino además pudieron llevarse consigo semillas de moreras y huevos de aquellos gusanos.

    Posteriormente, desde Grecia la sericicultura se expandió hacia otras regiones de Europa, Asia y África del Norte, obteniendo muy buenas sedas en Italia y en España, por ejemplo. La seda y la cría de los gusanos que la producían, cruzó el Atlántico en 1763. El padre Ramón Termeyer SJ trajo al Río de la Plata un frasco lleno de huevos de tales insectos “con los que esperaba desarrollar la industria del gusano en estas regiones”[1].

      El propio Termeyer cuenta: “Así lo hice en Montevideo, Buenos Aires y últimamente en Córdoba”, aunque su tentativa de hacer prosperar la cría del gusano de seda fracasó, al no encontrar moreras para los gusanos que necesitaban de este árbol para vivir. Debe ser ésta una de las pocas experiencias jesuíticas frustradas o de rotundo fracaso, en el Río de la Plata.

    En la Banda Oriental, según hemos podido investigar –avanzado el 1800- Francisco Juanicó (1776-1845) introdujo a estas tierras –entre otras especies arbóreas- “moreras blancas para sustento de los gusanos de seda…”[2] Lo que se desconoce es sí Juanicó desarrolló, en la Provincia Oriental (o posteriormente, en el Estado Oriental) la sericicultura con fines comerciales o sólo crio gusanos de seda para uso doméstico o recreación familiar.

    Rastreando archivos digitalizados en la Biblioteca Nacional se encuentran documentos, avisos comerciales en diarios o publicaciones de la segunda mitad del siglo XIX que desarrollan o promocionan la actividad sericícola (crianza de gusanos y producción de seda) en el Uruguay.

   Lo que sí, podemos dar referencia testimonial o empírica, es que en estas tierras de Canelones existió la crianza de gusanos de seda; pues el suscrito siendo alumno del ex Colegio Sta Teresita del Niño Jesús,  Parroquia homónima de la localidad de Juanicó, Canelones (a mediados de los años 80 del siglo pasado) en el patio de aquellas instalaciones  existieron frondosas moreras blancas que daban sustento a los domesticados artrópodos que el alumnado criaba, desarrollando una verdadera actividad didáctica en ciencias naturales.  

  Ahora bien, con esta breve exposición se abre una nueva pregunta ¿habrá sido Francisco Juanicó el introductor al país de tal laborioso insecto?

 

Dr. Fernando Lúquez Cilintano

Abril, 2020.-



[1] “Los Jesuitas y la cultura rioplatense” pág. 104 Furlong, G. Montevideo 1933.

[2] Crónica de un Hogar Montevideano durante los tiempos de la colonia y de la Patria Vieja, pág. 6 Lerena Juanicó, J. Montevideo 1937.

"La Escuela y yo" A 140 años de la creación de la Escuela Nro. 9

"La Escuela y yo" A 140 años de la creación de la Escuela Nro. 9

“La ilustración del Pueblo es la verdadera locomotora del progreso” frase acuñada por el reformador de la educación patria: José Pedro Varela. Precisamente, en el año de su desaparición física (1879) y, justamente, en el día que en la actualidad se celebra “el día del Maestro” (22 de setiembre), se crea la actual Escuela Nro. 9 “Mtro. Gregorio Migues Vieyte” de la localidad de Juanicó.
Aunque su primigenia designación fue Escuela Rural Nro. 7 se logró –como todo en esta comunidad- por el tenaz esfuerzo de sus vecinos; en aquel entonces, conocido por dos designaciones distintas: “Paraje del Canelón Chico”, así surge de documentación que tuve a la vista, como la Partida de Nacimiento de Carlos Brussa (febrero de 1887), mientras que la Estación de Trenes –inaugurada el 1° de abril de 1872- se designaba con el nombre de “Estación Joaquín Suárez”; si bien ambas designaciones, la de la Escuela y la del pago han cambiado, persiste algo que hunde sus raíces en la propia comunidad. Ese algo es el sentido de pujanza, de lucha, de trabajo. Fueron aquellas familias que forjaron, hace 140 años, la creación de nuestra primera escuela. Así, Francisco Valla, Santiago Mirassou, Pedro Cot, Ramón Caraballo, Hilario Martínez, Nicanor Soria, Domingo Cotelo, Ángel Mosquera, Juan Vizcaíno y Lorenzo Zunino, formaron aquella comisión que hiciera posible la creación de la Escuela Rural Nro 7, albergada en un ranchito de adobe y paja erigido frente a lo que hoy es la sede del Club Ciclista Juanicó.
Su primer Maestro Director fue Juan Baldomero de la Peña y desde aquel local fue instruyendo a los niños de aquel paraje que, en 1888, pasaría a llamarse “Estación Juanicó”. Desde 1879 hasta 1881 fue la Escuela Rural Nro. 7, a partir de ese año se le designó como Escuela Rural Nro. 10, hasta el año 1903, que pasó a denominarse Escuela Rural Nro. 9. Unos años, hasta 1921 el local escolar funcionó en un ranchito ubicado sobre el Camino Nacional (actual Ruta 5), posteriormente en el año 1922, dicha institución fue alojada –para siempre- en el predio que donara al Estado, una vez fraccionado de uno de mayor extensión, el productor local Alfonso Seré.
Han sido 140 años de prolífica labor en el campo del saber y, sin dudas, la actual institución educativa está llamada a preservar en el permanente cultivo de esa simiente formadora de cada generación escolar; en ese afán, han donado -en generosa vocación docente- muchos hombres y mujeres que conforman, junto a las centenas de educandos que hemos pasado por sus aulas, esa historia viviente y vívida a la vez, de nuestra Escuela.
Ser agradecido, moralmente debe ser una actitud ante la vida y, como alumno que fui de la casi sesquicentenaria institución escolar, se agolpan ahora, en el corazón y en la memoria de mis sentidos, muchos gratísimos recuerdos. Por eso, a manera de desahogo espiritual, permítame el lector dejar por un instante la objetiva historia de la Escuela y su trayectoria en la comunidad, para escribir sobre ella y su relación con este humilde servidor.
En 1983, ingresé a aquel local –allende la vía férrea- de la mano de mi pequeña hermanita Lilián (y de mi mamá, Teresita); el pequeño escolar lucía la clásica blanquecina túnica, adornando su pecho, una moña muy bien acomodada, firme –jamás alicaída- y así me gustaba. La indumentaria escolar la completaba un blanquiceleste delantal cuadriculado y un maletín celeste, el niño ya había elegido su portafolio pensando tal vez, lo que la vida tendría para él, como profesión. Y allí estaba la Maestra Mónica, esperando a los debutantes alumnitos, algunos llorisquearían –como es natural a esa edad- y otros, harían las primeras relaciones públicas, charlando, jugando y aprendiendo. De charla, muy seguramente, me habrá encontrado más de una vez, la maestra; y más de una ocasión me habrá advertido en aquel desenvuelto comportamiento de niño, aunque… esa inquietud ha persistido en el tiempo. Debo confesarlo.
Los juegos y las meriendas, el correteo por el pavimentado patio, embellecido por verdes transparentes, aún siento el aroma de las semillas del Eucaliptus que ahí permanece, enhiesto como escolta o custodia del casi centenario local escolar, aún recuerdo el cúmulo de bellotas (del Roble allí existente), que parecían desbordar mis bolsillos. Las aulas en cuyo seno se forjó mi formación; tanto como en casa, cuyos deberes domiciliarios eran regenteados por mi madre. No había televisión, sin que antes culminaran esas tareas. Era cosa innegociable. Los cuadernos, sin orejas y con márgenes, la letra cursiva cuyo trazo aprendí en la bandeja de arena (vieja metodología lancasteriana que ingresara en 1821, a instancias de Dámaso Antonio Larrañaga), de la mano de mi querida maestra Lilián Morando. Caligrafía adquirida ayer en el aula escolar, deformada después en las instalaciones liceales y perdida posteriormente por esos golpes que –a veces- la vida nos da, y nos enseña a crecer y a superarnos ante esos avatares. Es que en el hogar se nos educa, en la escuela se nos forma y la vida, se encarga del resto: moldear o templar el carácter y el espíritu.
¡Cuántos recuerdos! En la Escuela de mi abuela, de mi padre, de mis tíos, de mis hermanas; en la escuela que fui alumno y en la que fui docente, en ella han dormido anécdotas que hoy parecen despertar al son de aquella campanilla. Y entre ellos, vienen mis recuerdos de aquellas primeras composiciones literarias de 6° año que rubricaba bajo el seudónimo de Rubicundo; apodo “artístico” que aún hoy un amigo así me nombra, y no es precisamente un compañero de generación, sino un Maestro cuya amistad se fue gestando desde aquellos días y permanece hasta el presente: docente y vecino nuestro querido, Didier Zecchi. En ese año, despertó en mí el interés por la escritura y, aunque el lector no crea, mi diaria exploración del diccionario, para incorporar a mis textos nuevos vocablos.
Fueron cuatro años en los que cursé en dicha Escuela, los restantes supe cursarlos en el recordado ex Colegio Habilitado Nro. 25 Santa Teresita del Niño Jesús, tiempo de mi periplo vital marcado por hábitos, aprendizajes y fundamentalmente, enseñanzas. Fue en el 5° grado que despertó el interés por los asuntos del cuidado del medio ambiente, de la mano de otra queridísima Maestra, María del Huerto Cameto (la maestra Mary) ¡Cuántas generaciones fuimos sus alumnos! ¡Cuánto por agradecer a cada maestro! Ellos cultivan, valores, hábitos, van moldeando nuestra formación. Por eso, aquella frase vareliana: “La ilustración del Pueblo es la verdadera locomotora del progreso” y vaya sí nuestra Escuela ha dado ciudadanos formados para ser parte del progreso local o regional, Juan Toscanini o Fernando Methol, fueron sus alumnos a principios del siglo XX, niños –hombres de producción, después- que fueron compañeros de otros que, en su tiempo, tanto como aquellos de anteriores o posteriores en el tiempo fueron sembrando porvenir en este pago, con los saberes que generosamente la escuela, desde 1879 viene dándole a cada quien supo ser, alumno suyo. Por eso hoy, es momento para agradecer y celebrar. ¡Salud, Escuelita! ¡Felices 140 años!

Fernando (o Rubicundo)
 

"El velódromo va a dejar de ser de Juanicó, para ser de Canelones"

"El velódromo va a dejar de ser de Juanicó, para ser de Canelones"

Este sábado 24 de agosto una decena de integrantes de instituciones de Juanicó, desfilaron por los micrófonos de CX 30 Radio Nacional que, tras la visita del programa "Radio Cabildo" que conduce Luis A. Bertorelli y su equipo periodístico al Club Ciclista Juanicó. Dirigentes de AFYDAJ, la Asociación de Abuelos "La Amistad" de Juanicó, de la Coordinadora de Instituciones de Juanicó y del Club Ciclista Juanicó participaron junto a Alejandra Doglio (responsable del proyecto de la Huerta "El Cambio"), hasta la improvisada incursión de Braian Doglio desde el rap, pautaron la mañana desde las instalaciones del club anfitrión. 

En manifestaciones realizadas por el Presidente del CCJ a CX 30 dijo, entre otras cosas: "estamos trabajando desde la nueva comisión para la recuperación de la única pista de ciclismo de Canelones y, concientes de la nueva realidad urbanística de Juanicó, estamos recreando en su entorno un parque que permita el esparcimiento de la familia en un lugar apropiado..." "El velódromo lo sacamos adelante entre todos, sepa el ciclismo canario que este espacio es del departamento y debe ser compromiso de todos recuperarlo para que todos lo disfruten". 

JUANICÓ VUELVE AL DEPORTE DE LA BOCHA

JUANICÓ VUELVE AL DEPORTE DE LA BOCHA

El Club Ciclista Juanicó regresó este martes 5 de marzo a la actividad bochófila luego de seis años de haberse alejado del deporte de la amistad. El Presidente de la Institución juanicoense Dr. Fernando Lúquez dijo "hoy es un día de alegría, histórico, Juanicó ha regresado al deporte que desde 1970 en este Club se ha practicado..." se le dio la bienvenida a la Liga Regional del Sur de Bochas y a los clubes que la integran. 

Walter González, Miguel Muniz, Evaristo Artigas y Braulio Garreta fueron puntales indiscutibles para el regreso de la actividad en Juanicó. 

EL PUEBLO JOAQUÍN SUÁREZ Y LA ESTACIÓN JOAQUÍN SUÁREZ

EL PUEBLO JOAQUÍN SUÁREZ Y LA ESTACIÓN JOAQUÍN SUÁREZ

         El 15 de octubre de 1882 Francisco Piria promovería la fundación de un nuevo pueblo en Canelones, localidad emplazada al norte del arroyo Toledo y a pocas leguas de la Villa Concepción de Pando; convengamos que el gobierno decretó la fundación del poblado en 1866, pero pasarían 16 años para darle cumplimiento a dicha resolución gubernamental. La cuestión es que, por unos años y en el mismo departamento coexistieron –a pocas leguas de distancia- una localidad y un paraje en formación con la misma designación: Joaquín Suárez. Nos referimos a la Estación de Ferrocarriles inaugurada el 1° de abril de 1872 -en el gobierno de Tomás Gomensoro- rodeada por los campos de quien donara una fracción de su propiedad a la Central Uruguay Railway, el Dr. Cándido Juanicó (31 de octubre de 1812 – 13 de noviembre de 1884).

        Entre 1882 y 1888, quienes vivieron, conocieron o se relacionaron en estos dos zonas de Canelones, se refirieron a ellas –y de manera oficial- con el nombre de aquel patriota que supo ser Presidente del Estado Oriental en tiempos de la Guerra Grande: Don Joaquín Suárez (18 de agosto de 1781 – 26 de diciembre de 1869).   

   A continuación, compartiremos dos fragmentos de dos artículos de Sansón Carrasco[1] que describen a la incipiente localidad de Joaquín Suárez y por otro lado a la Estación de Joaquín Suárez que, en noviembre de 1888, pasa a llamarse Estación Juanicó en honor a quien fuera juez, diplomático, diputado, senador y hacendado: Cándido Juanicó.

 

FRAGMENTOS DE DOS ARTÍCULOS LITERARIOS:

“LA ESCUELA JUAN MANUEL BONIFAZ” y  “¡CUÁNTOS CHANCHOS!” (De Sansón Carrasco)

 

    “El tren sigue su marcha dejando atrás a la Unión y sus contornos, rasando, unas veces, la llanura, dominando, otras, las hondonadas, montando sobre los altos terraplenes o embutiéndose dentro de los paredones de la cuchilla tajada a pico para nivelar la vía.

     Los horizontes se abren por los cuatro lados, dilátanse los campos, Y la vista abarca una inmensa sabana tornasolada con todos los matices del verde y sólo interrumpida por algunas casitas diversas, que se dibujan como puntos blancos a la distancia. Hacia el oeste: la arboleda de Villa Colón forma una franja oscura, sobre la cual se destaca, afilada como un obelisco, la chimenea de la fábrica de ladrillos.  Al norte, como brotando de la cresta de una loma, surgen las torres de la. Iglesia de las Piedras, mientras que al sur sigue dominando el paisaje la silueta del Cerro, azulada por las brumas del horizonte.

    Y la locomotora sigue culebreando por las quebradas, dejando trazada su estela en el ambiente con los blancos copos de su respiración anhelosa, que se disuelven en menuda lluvia atravesando extensos trigales que, mecidos por la brisa, ondean como si fuesen un mar de agua verde.

    Después vienen los campos incultos, la pradera natural vestida de yerbas que perfuma el aire con ese olor que no tiene símil: olor a campo, como decimos los habitantes de la ciudad, acostumbrados a respirar una atmósfera viciada por las emanaciones de los grandes centros. Ahora es cuando está lindo el campo, cuando todavía el sol no ha dorado el pasto ni achicharrado las florecillas que lo matizan.

     Por entre la apretada yerba que tapiza el terreno, se distinguen, en la altura, como una botonadura de oro, las flores amarillas de la manzanilla, y en el bajo, al borde de la cañada que serpentea por entre juncos y espadañas, se ven engarzadas en el musgo, como rubíes y amatistas, las margaritas rojas y moradas que perfuman aquellos contornos con su suave olor de verbena.

    Al cabo de una hora de camino la locomotora empieza a contener la respiración, rechinan los hierros de los frenos con que se ajustan las ruedas para disminuir la velocidad, y a poco andar se detiene el convoy frente a un elegante edificio de piedra: es la estación Joaquín Suárez.”

  Este hermoso fragmento literario conforma el artículo “¡Cuántos chanchos!” de Sansón Carrasco, fechado el 2 de agosto de 1882, ese pasaje pinta el paisaje -de época- en el que un pasajero del Ferrocarril va describiendo su viaje hacia la campaña y, con fina pluma, nos trae hoy un escenario cerril pero, a su vez, pintoresco del campo y los pueblos que a la vera de la vía se fueron formando (o desarrollando) gracias a la “Máquina del Progreso”, compartamos otro fragmento de un nuevo artículo titulado “¡Cuántos chanchos!”:

Hacía tiempo que estaba invitado a visitar La Extremeña, fábrica de productos porcinos, instalada en Santa Lucía, pero parecía que el diablo había metido la cola entre la invitación y mi deseo, pues, no bien concertaba mi paseo, echábanse las nubes a llorar a moco tendido, en señal de duelo por la hecatombe cochina que en ocasión de mi visita se haría.

 

Pero, como la estación avanza y las matanzas concluyen con los fríos, decidí atropellar por todo, así es que el domingo, a pesar de los rezongos del tiempo y de uno que otro chubasco, emprendí viaje, cómodamente instalado en un coche de primera clase del ferrocarril Central, en compañía de cinco caballeros que formaban parte de la expedición a La Extremeña. 

 

A las ocho y minutos silbó la locomotora, coma dando su adiós a la ciudad, y momentos después echó a andar el tren, pesadamente primero, algo más ligero después, hasta que desentumidos los músculos de acero de la quina, empezó a correr sobre los rieles, dejando atrás las casas, los árboles, los postes del telégrafo, y los rostros curiosos de los vecinos del tránsito, para quienes es siempre una novedad el paso de esa inmensa culebra con su penacho de humo y sus enormes fauces que vomitan fuego.

Primero, atravesamos por las quintas, tristes como el tiempo, enlodadas las torcidas sendas de los jardines, tiritando los árboles con su ramaje desnudo, cerradas las puertas y balcones de las casas solitarias, y los parrales en esqueleto, semejando los nudosos sarmientos reptiles deformes arrastrándose sobre el envarillado de los zarzos. Después, cruzamos sobre el Miguelete, enriquecida su escaso caudal con los derroches de las nubes, que en esta última quincena han echado la casa por la ventana. Nuestro pobre arroyo corría con hinchazones de río, extendido su cauce de barranca

a barranca, arrastrando las aguas barrosas que le aportan las laderas que mueren en sus orillas.

Más adelante, el campo abierto, todo barro, todo humedad; los pastos pálidos y marchitos, las tierras aradas convertidas en lodazales, los trigales tempranizos raquíticos, anémicos despeinados

por la avenida de las aguas, viviendo entre el fango; una laguna en cada hondonada, un arroyo en cada surco, un charco en cada agujero, yagua, yagua, y mucha agua donde quiera que se mire; todo triste y húmedo, sin un rayo de sol que rompa la monotonía del nublado, sin un volado de pájaro que hienda el vapor gris de la niebla, sin un retozar de potrillos O triscar de corderos que diera vida y movimiento a la extensa sábana de verdura desteñida por la lluvia.

Aquí y allá, grupos de vacas y caballos, enterrados hasta las ranillas, con el pelo encrespado, dando el anca al viento, comiendo con desgano las yerbas desabridas que crecen en la tierra lavada de las grasitudes que vigorizan la savia.

Colón, La Paz, Las Piedras, todo fué quedando atrás, raleándose las poblaciones y abriéndose el campo a medida que avanzábamos, cruzando las soledades que median entre Progreso y Joaquín Suárez hasta llegar a Canelones. Allí vuelve a encontrarse la población y el movimiento: viajeros que bajan del tren, otros que suben, peones que descargan y cargan equipajes, cocheros que ofrecen sus vehículos para atravesar el lodazal que separa a la Estación del pueblo, y sobresaliendo entre todos

los ruidos y voces, el grito de un muchacho que recorre por el andén toda la extensión del tren, ofreciendo en cada ventanillo de los wagones: -¡Bizcochos, palitos y naranjas! Butifarra y pan! sin variar una sola vez su estribillo.

Cinco minutos dura aquel ir y venir, y cargar y descargar, y bulla y movimiento. Después el Jefe de la Estación toca la campana, la locomotora lanza su agudo silbido, los pasajeros que habían bajado a tomar algo, se apresuran a recobrar sus asientos, y el tren vuelve a emprender pesadamente la marcha, quejándose con chirridos de goznes, tosiendo con sus pulmones de acero, Y eS2utqndo a cada golpe de tos una bocanada de vapor blanco que se desvanece en el aire como una burbuja de jabón; los carruajes trotan hacia el pueblo, despéjase poco a poco el andén, y sólo queda firme el muchacho vendedor, presenciando el desfile de los wagones y ofreciendo en cada ventanillo que pasa su mercancía, con la misma entonación y el mismo estribillo: -¡Bizcochos, palitos y naranjas! ¡Butifarra y pan! El tren aumenta a cada paso su envión y pasa orillando el pueblo de Canelones, por entre sus prolongados cercos de tunas, alineadas a un lado y otro del camino como filas de soldados que presentan sus armas. Ahora sólo nos queda por delante un trecho de cuatro leguas que debemos recorrer sin interrupción. La máquina, como si supiese que no sería sofrenada en su carrera, aumentaba su velocidad a remezones, y se comía el terreno de a cuadras por minutos, cruzando los campos encharcados convertidos en interminables bañados, sólo habitados por las cigüeñas que los recorrían con sus largos zancos, revolviendo con sus picos puntiagudos en el agua en procura de las lombrices que engendra la humedad.

El Mataojo, arroyuelo de ordinario insignificante, corría ancho como un río, sepultando bajo sus aguas los talas y sarandíes que lo franjean, asomando sólo las ramas superiores de los sauces por entre el hervidero de la corriente. Y el tren sigue siempre su marcha; vadea el arroyo por sobre el puente que lo cruza y repecha las lomas del otro lado hasta alcanzar la altura. Desde allí se ve el establecimiento de las Aguas Corrientes, con su empinada chimenea, y a su pie, un mar, un mar extenso, formado por la fusión del Mataojo y del Santa Lucía, que, desbordados de sus cauces, invaden toda la planicie que los separa.

      Allí está La Extremeña, - dice uno de los compañeros señalando a la derecha del tren, y siguiendo la indicación, veo tres o cuatro edificios techados de teja, asentados en lo alto de la cuchilla. No sé si fue pura fantasía de mis sentidos, pero declaro que me pareció oír murmullos de gruñidos que venían de La Extremeña.

     El tren siguió la cintura de la villa de San Juan Bautista trazando una prolongada curva, costeó después el río por espacio de algunas cuadras, refrenó la marcha, y a los pocos minutos se detuvo frente a la Estación, descargando por sus portezuelas toda la mercancía humana que llevaba en sus wagones.

    Habíamos llegado al término que nuestro viaje. Yo hice lo que todos: bajé, estiré los brazos, di algunos pasos con fuerza como para desligar las articulaciones entumecidas durante tres horas de quietismo, y me dirigí al Hotel Oriental, donde ya nos esperaba don Ramón Suárez, director del establecimiento que íbamos a visitar.” 

     Este fragmento literario refiere a un viaje hacia una chacinería de época en las afueras de la hoy ciudad de Santa Lucía, Sansón Carrasco nos trae a nuestros lo que el ferrocarril supo ser a finales del siglo XIX, la irrupción del Uruguay moderno, forjador del progreso.

 

 



[1] Sansón Carrasco: seudónimo del Dr. Daniel Muñoz (1849-1930, político, abogado y periodista colorado).

LA VIGENCIA DE LA LEY Y LA DESCENTRALIZACIÓN PARA JUANICÓ

LA VIGENCIA DE LA LEY Y LA DESCENTRALIZACIÓN  PARA JUANICÓ

      “Toda población de más de dos mil habitantes constituirá un Municipio…” Así empieza el inciso 2° del artículo 1° de la ley 19.272 de setiembre de 2014; norma de diáfana interpretación cuya aplicación para el caso de la localidad de Juanicó, se ha frustrado gracias a la tozudez política de determinadas autoridades de la Intendencia de Canelones. No aplicar la ley, es incumplirla además se desoye o no se le da relevancia al ejercicio de la iniciativa ciudadana impulsada por más de 600 ciudadanos de la localidad conocida no sólo por sus vinos, sino por la tenacidad de sus vecinos  en la búsqueda y conquista de sus demandas locales.

     Comencemos diciendo que la ley no dice cualquier población de más de dos mil habitantes, sino que toda población constituirá un Municipio; tampoco la norma legal conjugó el verbo constituir en condicional (constituiría o podrá constituir), claramente estableció un mandato jurídico al decir “constituirá. ¿Qué se entiende por constituir? ‘Formar o componer [algo]’, ‘ser algo’, ‘dotar(se) de una nueva condición o estado’ (RAE 2da edición 2005). El Municipio de Juanicó, existe; fue formado o creado por la propia ley.

    Ahora bien, curiosamente –después del movimiento ciudadano y popular impuesto en la opinión pública por la localidad de Juanicó, a partir de abril de este año- el Poder Ejecutivo envía al Parlamento (10 de setiembre) un proyecto de ley que pretende derogar la norma citada (art. 1 inc. 2° de la ley 19.272), establece: “Toda población de más de mil habitantes constituirá o integrará un Municipio”. Con el Frente Amplio y este proyecto convertido en ley, adiós aspiración de mayor descentralización en y para Juanicó. Porque no que no decía la ley, pero en los hechos ocurre, la población de Juanicó queda legalmente anexada al Municipio de la capital departamental; legalmente “integrados” a un Municipio cuya población es netamente urbana, una realidad distinta a la de Juanicó.

   Cómo hemos sostenido –antes de ahora- compartiendo lo que ha dicho el Prof. Dr. Fulvio Gutiérrez, sobre la creación por ley de Municipios: “A este tipo de creación legal, la calificamos de incompleta, pues obviamente va a requerir la decisión del Gobierno Departamental mediante una norma genérica que estimamos debe ser un Decreto de la Junta Departamental, que disponga cuando se está ante una "unidad con personalidad social y cultural",  con las características que indica la ley, sin perjuicio de delimitar con precisión los límites del o de los nuevos Municipios.”

    Claro que Juanicó, además de ser un centro poblado categorizado como Villa (Ley Nro. 17.587 de 26 de noviembre de 2002) constituye su territorio una “unidad con personalidad social y cultural” (condición –además de la cantidad mínima de pobladores- para erigirse en Municipio); salvo que esto tampoco sea reconocido por el Frente Amplio.

   En fin, se optó por desconocer a un ejercicio de democracia directa, a la decisión del Comité de Base del FA local y a lo que la ley manda. Fueron directores de particular confianza del Intendente Orsi (cuya idoneidad o versación técnica se desconoce) han argumentado en base a un requerimiento que la ley no solicita para la constitución del Municipio, se pretende –endeble argumento ya manejado en el pasado. La cuestión es que se asiste a la ratificación de un tratamiento o mirada hacia Juanicó como el patio trasero o jardín de la capital departamental; como dije en 2006 –y caso termino en la hoguera en manos de militantes locales del FA- se condena a esta localidad como si fuera un barrio más de la ciudad de Canelones.

  Así las cosas, el primer derecho de iniciativa de la historia municipal en ser ejercido en Canelones, es no sólo desconocido sino que se lo desairado. Sí bien la Junta Departamental, raudamente asistió a recibir a miembros del movimiento local que ha conducido este proceso, los promotores de la iniciativa jamás tuvieron la oportunidad de reunirse con el Intendente para escuchar las razones o sin razones, del quinto rechazo oficialista en reconocerle a Juanicó, lo que la ley le da.

   Sólo se ha escuchado decirle a Juan Tons que: “Por ahora no, una de las razones más fuerte en el caso de Juanicó que habría que crear una serie específica para Juanicó…”  (Dicho a Canelones Capital Noticias el 30/10/18) ¿De qué serie habla? Tal vez quiso decir lo que correctamente se conoce como “Distrito electoral” y es el que se distingue con la designación “CNA” que pertenece al Registro Cívico Departamental desde su instauración por la Corte y dicho distrito pertenece a la localidad de Juanicó, no a los barrios del ejido de la capital departamental. Otro yerro más de la Comuna.

    Y sigue Tons: “…porque si tu realizás una elección y votan todos los habilitados de la serie no saldría nadie de Juanicó, porque son la minoría de esa serie…” Un yerro descomunal, por cierto. ¿Se realizó un censo de ciudadanos a cargo de quién? ¿Cuándo? ¿Cómo llega a tal conclusión? Ni la propia Corte Electoral, maneja tales estadísticas ni mucho menos realiza una actividad ajena a sus cometidos.  No quiero creer que puede llegar a existir algún tipo de registro o estadísticas paraestatal.

  ¿No será conveniente leer las resoluciones de la Corte Electoral adoptadas en 2003? Allí se modificaron los límites de los distritos CAA y CNA. ¿No será pertinente sugerir en el ámbito de la Corte Electoral rever no el distrito CAA y crear una sección CAB? Sección que incluya o abarque a los barrios del ejido de la capital y dejar el distrito CNA para los juanicoenses.

     Digamos también que el mismo libreto fue interpretado por el entonces Intendente Marcos Carámbula en 2013, al mismo medio (Capital Noticias) supo decir: “Juanicó tiene una población menor a dos mil habitantes…” (no era cierto tal dato, sí consultamos al Instituto Nacional de Estadísticas, en 2011, Juanicó tenía una población urbana y suburbana de 2.039 habitantes) y agregaba …hay una dificultad cívica que es que la enorme mayoría de las credenciales que corresponden a Juanicó son vecinos que viven en Canelones, propiamente la gente que vive en Juanicó y tiene credencial correspondiente a la serie de Juanicó, es mucho menos…”  Ambos jerarcas, cada uno en su tiempo, mantienen el mismo argumento, sin base jurídica de especie alguna.

La ley de descentralización tiene por finalidad de crear estructuras de representación política que faciliten la participación ciudadana. ¿En dónde?  En todas las poblaciones de más de dos mil habitantes ¿Y qué más se requiere? Que su circunscripción territorial conforme una “unidad con personalidad social y cultural con intereses comunes”. La ciudad de Canelones y Villa Juanicó ¿forman una sola unidad con tales características? Obviamente que no. Claro muchas cosas, nos unen a la capital, lazos de otra naturaleza; pero, no creemos que a los vecinos de Juanicó comparta los mismos intereses que los vecinos del Barrio “Tres Esquinas”, o del Barrio “Ariel” o de “Paso Picón”. No. Lo dijimos por casi tres horas en dos sesiones distintas en la Junta Departamental, los intereses, demandas y tiempos de los juanicoenses difieren a los que comparten nuestros vecinos de la capital.  

     En definitiva, al no cumplir con la ley se ha atacado a uno de los principios generales de derecho, la seguridad jurídica. ¿Se cumple la ley cuándo? ¿Según me convenga o por razones del interés general? En este caso, no se cumple y se hace dudar del Estado de derecho, su vigencia en el caso puntual. Se asiste a una suerte de arbitrariedad sostenida en la sordera o falta de interés en escuchar a quienes sólo han acudido con el peso del imperio que la ley instala en un sistema democrático-republicano.   

 

Dr. Fernando Lúquez Cilintano.-

 

OCHENTA AÑOS. HACIENDO HISTORIA EN EL CORAZÓN DE SU GENTE.-

OCHENTA AÑOS.  HACIENDO HISTORIA EN EL CORAZÓN DE SU GENTE.-

      Ochenta años de una Institución que no sólo ha albergado al ciclismo bajo los colores de la patria y en esta tierra laboriosa de vinos y granjas, ha abierto el surco en el cual se cultivó la obra, fundada en el esfuerzo y desvelo compartidos; Juanicó supo, a impulso de muchachos soñadores no sólo forjar la idea y llevarla a la realidad de crear el “Joanicó Cycles Club” (fundado en la zona de Albatros, un 28 de setiembre de 1938) sino trazar y estrenar la primera pista de ciclismo del país, un 9 de octubre de 1941.

      En el alma del deporte del pedal, cultivaron y realizaron la Sede propia del actual Club Ciclista Juanicó, inaugurada un 26 de agosto de 1957; casa social que ha albergado un sinfín de eventos y encuentros sociales. Invitamos al juanicoense o a quien ha conocido este Club, a cerrar sus ojos –por un instante- y retrotraerse a esos recuerdos que anidan en su corazón. ¿Cuántas veladas hermosas? ¿Verdad?

 Alberto Reg, Walter Méndez, Alberto Castillo, Los Iracundos, Dino, Los Wawancó, Palito Ortega, Los Moonlights, Tormenta, Los Pimpinelas -o más acá en el tiempo-, Pepe Guerra, la Sinfónica de Montevideo, Los del Suquía, Hereford o Ignacio Copani.

¡Cuántos artistas han desfilado por su escenario, por nombrar algunos y recordando a muchísimos más!  

Hay tres o cuatro cosas que hacen a nuestro patrimonio local,  de cuya existencia cultural me lo recuerdan en cada rincón que visite de mi país y al nombrar mi oriundez, se me diga: -“Ahhh sos de Juanicó? La tierra de los buenos vinos” o me recuerden “¡los dulces de Massaro”! o se me diga…. “Juanicó… ¡Que bailes! En el Club conocí a quien sería mi novia…”  

¡Cómo no emocionarse al oír tan lejos de tu pago chico, cosas lindas que pintan lo mejor de nosotros!

Club Ciclista Juanicó primer club de Sudamérica de ser propietario de un velódromo, el cuarto en su especie del Uruguay. ¡Qué importante sería para el deporte nacional su reactivación! Cómo no recordar junto a esta obra, la mano generosa de Omar Moizo o Domingo Massaro, de Sixto Ruiz o Francisco Rabellino. Quienes tomaron la posta de aquellos pioneros: Francisco y Félix Siri, Aladino Boffa, Gilberto Risso, Félix y Omar Gorría, Anacleto Calache, Celedonio De Armas,  Manuel Aiuspuro, Alejandro y Martín Marenco, Ulises Moizo y los hermanos Icasuriaga.

    Hablar del ciclismo local, es recordar a Omar Moizo, Omar Gorría, Icasuriaga, Julio “Cowboy” Martínez, Óscar “Mosquito” Cáceres o Edgardo Moschetti. Es recordar las carreras domingueras y las competencias en el velódromo a lo largo de la década de 1980. Es también reconocer, el formidable esfuerzo cuyo empeño se instaló y agotó en el año 2015, cuando el Club vuelve a la competencia oficial, gracias al empuje de un puñado de dirigentes locales.  

    El Club no sólo ha cobijado el deporte del pedal sino que la actividad bochófila ha permanecido activa durante casi largos cuarenta años; supo darle fomento al deporte de la amistad, y jalonarse en la historia bochófila nacional, al ser el primer Club del Uruguay en desarrollar campeonatos mixtos, varones y mujeres, arrimando a la esférica contra el piso y la baranda. Cómo no recordar a Isidro Álvarez, Juan Morando (apodado mano de seda), Hipólito Porcal, Celedonio de Armas, Miguel Ángel Pusillo, Walter De León y tantos otros.

¿Cómo no recordar los actos de la Escuela Nro. 9 o las asambleas de los productores nucleados en AFYDAJ? O más acá en el tiempo, cómo olvidarse de aquel día en que el viento -de un feroz tornado- quiso arrancarnos del mapa de Canelones, el 10 de marzo de 2002. Cómo no recordar aquellos días, en que un vapuleado y herido Club, abrió sus puertas a la comunidad que le dio vida para que ésta, reunida en fraterna unidad vecinal, restañara las heridas que abrió aquel brutal fenómeno climático.  

   Y ahí, bajo el pastoral grito de “¡¡Arriba el Juani!!” de Juancito Morando, con el apoyo de Carlos Remedios, Domingo Massaro, Olga Bartora y Enrique Marna, permiten contagiar de entusiasmo y compromiso en la tarea de reactivar al Club Ciclista Juanicó, y así desde aquél 2002 hasta nuestros días hemos intentado, con aciertos y errores, mantener con vida y llenar de ella, a un Club que durante estos primeros 80 años de labor, sigue “haciendo historia en el corazón de su gente”.  

¡Felices 80 años Club Ciclista Juanicó!

 

Fernando Lúquez Cilintano

A 145 años del nacimiento de Bernardo Methol

A 145 años del nacimiento de Bernardo Methol

Bernardo Methol Etchegoyhen (1873 – 24 de marzo, Mauleón, Francia; 1948, Montevideo); productor ganadero y lechero, fundador de CONAPROLE; amigo de Domingo Aramburú el que, al ser invitado por éste a participar de una exposición en Montevideo, llega a estas latitudes para radicarse definitivamente. Arrendó los campos del ex Cortijo Juanicó, ubicado en Estación Juanicó, departamento de Canelones, en los primeros años del 1900.  

Fue uno de los principales productores que promovió el mejoramiento ganado bovino y, en especial, la raza holando; Methol fue, en 1904, uno de los primeros tamberos en desarrollar el ordeñe mecánico en el país.

Su obra como gremialista y lucha por el sector lechero, fue acompañada y seguida por su hijo Fernando Methol Bedecarrats, uno de sus cuatros hijos; alumnos de la Escuela Rural Nro. 9, de la zona de Juanicó.

A la memoria de aquel vascofrancés, a 145 años de su nacimiento; recordarle por su prolífica obra en el sector lechero.

 

Llamado abierto a interesados en nuevo Plan de MEVIR para Juanicó

Llamado abierto a interesados en nuevo Plan de MEVIR para Juanicó

El próximo 30 de agosto a las 19 hs (Club Ciclista Juanicó) MEVIR convoca al 1er llamado abierto de familias de la zona a inscribirse en lo que será el PLAN III con la construcción de 30 viviendas. La convocatoria es abierta, pero dirigida a vecinos de Juanicó y el radio de extensión de acuerdo a la reglamentación vigente. Se realizará un 2do llamado, en un plazo de 2 meses, aproximadamente, para unidades productivas y titulares de predios, además de proyectos de reformas o ampliaciones de hogares. Ampliaremos información, a solicitud de MEVIR  JUANICÓ. 

EVOCACIÓN DE JUAN JOSÉ LACHAGA

 

                                    por Agapo Luis Palomeque

 

El sábado 17 de junio, luchando contra una cruel enfermedad y rodeado de su familia, falleció a los 82 años de edad, Juan José Lachaga Rodríguez.

Tan inesperada noticia me hizo rememorar una escena de mi niñez: mi padre, modesto albañil, conversando -lo hacían a menudo- con Eudoro Melo, prestigioso y acaudalado hombre de letras. Uno era blanco. El otro colorado. Ni las diferencias de situación económica, ni de cultura, ni de opción política eran obstáculo para una amistad respetuosa y sincera.

En ese Canelones tan entrañable donde las presunciones de estatus no eran visibles, y la política no debilitaba los afectos, conocí al adolescente Juan José Lachaga.

Lo traté por primera vez en 1954, en el club político del recordado diputado Gastón R. Rosa, ubicado frente al Cine-Teatro Politeama. Resulta hoy insólito pensar que los sábados de mañana el esforzado Gastón Rosa atendía nada menos que a un centenar de personas, mientras las secretarias Nelly Perelló y Mirtha Perrone iban y venían llevando y trayendo papeles. Allí, en un clima de profundo respeto por las ideas de los demás, junto a los veteranos Abelardo Cabrera, Santiago De León, Alberto Cabrera Martínez, Marcos Pastorino (padre), Ramón De León Yanivelli, Gabino Costa, Teófilo Fuentes y Ricardo Reverdito, hacían sus primeras armas y se cultivaban los jóvenes Luis Alberto Re Pereyra, Nelson R. Peraza, Julio C. Gómez y los hermanos Nolberto y Juan José Lachaga. Por allí correteaba, niño pequeño aun, José Rosa, hijo de Gastón y de su esposa Reina Ellebori.

En ese ámbito se contaba que el tradicional adversario don Tomás Berreta -tomado prisionero en 1904 en la batalla de Fray Marcos y liberado al día siguiente por Aparicio Saravia-, había tenido el gesto, en 1938 (año en que por las intensas lluvias se habían suspendido las elecciones nacionales en el Tala para el domingo siguiente), de poner a disposición de José Rosa Giffuni, padre de Gastón Rosa, una invalorable “Cachila”, indispensable en la época para trasladar votantes, que fue uno de los aportes decisivos para inclinar el resultado a su favor en el pleito interno y salir diputado. Noblezas de aquellos tiempos…Pocos años después Tomas Berreta accedió a la Presidencia de la República.

Ese club cumplía fielmente una misión esencial de la época: la de ser intermediario entre las necesidades de la gente y los obstáculos de la burocracia estatal. Era, también una escuela cívica y de tolerancia política, a la que colaboraba periódicamente el maestro Nelson Rosa.

Recuerdo entonces haber visto al adolescente Juan José Lachaga estudiando el Código Rural -sin que nadie se lo pidiera- para entender mejor los problemas que planteaban los trabajadores del campo que allí acudían. Ya entonces complementaba un espíritu solidario con una inclinación autodidáctica a aprender y una corrección de conducta que lo destacaba.

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Juan José era hijo de Gregorio Lachaga y de Ana Rodríguez, cultivadores de vides en Las Violetas en la década de 1930. De ahí que los  primeros años escolares del niño Juan José los cursara en la escuela rural de los esposos Chamorro, hoy denominada legalmente Nº 88, Alfredo Nobel, que entonces era solo un rústico galpón, y que el próximo  1º de julio cumplirá 90 años[1]. Fueron sus hermanos Gregorio, Norberto y Ana, estos dos últimos actualmente fallecidos.

Tiempo después completó su ciclo escolar en la Escuela Nº 110 Tres Esquinas (hoy Joaquín Suárez), que era mixta; - entonces  las Escuelas Nros. 101 y 102 eran, hasta 1945, solo de niños y de niñas respectivamente.

Constituyó una familia sobre sólidas bases morales, que integró con su esposa Nelly Adeli Vizzolini y sus dos hijos Ruben y Víctor.

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La vida nos separó durante unos cuantos años. En ese lapso  Juan José desarrolló actividades de dirigencia deportiva (extremo que ya destacó Omar Sosa en este diario). Asimismo estudió radiotecnia y reparación de televisores, computación y taquigrafía. También  desempeñó importantes cargos en  la administración Departamental (Director de Personal y Administración, Secretario de Tesorería y de Urbanismo), y participó de diversas candidaturas políticas (2ª línea a la Junta Departamental, lista 5, 1959; 2º suplente al Concejo Departamental, 1963; suplente a la C. de RR., lista 9, 1967; candidato a la Intendencia, 1971).

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Finalmente, el flujo y reflujo de los sucesos nos llevó a  reencontrarnos en el Instituto Histórico de la ciudad de Canelones. De inmediato se adaptó a nuestra dinámica interna.

Se incorporó poco después del año 2010, y por necesidades urgentes debió tomar a su cargo los trabajos de tesorería, donde realizó encomiable labor, con  información oportuna,  precisa y documentada de los movimientos de caja. Nuestras deliberaciones se enriquecieron con sus aportes y siempre tuvimos en él una palabra prudente y atinada, mostrando su vasta experiencia en el trabajo de equipo.

Su trato afable le dio a su presencia la impronta de la seriedad y a la vez del compañerismo, tan necesarios en instituciones como el Instituto Histórico, donde nunca es inoportuno el esfuerzo para mantener la neutralidad en materia política, religiosa, artística o ideológica, y no perder asimismo su carácter de entidad sin fines de lucro económico.

Fue, en muchos sentidos, un ejemplo. Así lo apreciamos junto a quien esto escribe, Óscar Nobile, Lito Saibene, Olga Roca de Vigo, Maricel Costa, Melva Gandini, Ruben Volonté, Mimocha Bianchi, Alfredo Gilino, Ezequiel De Lucía, Dalmiro Jover, Vilda Azzi, José Vidal, Betty Quilice, Raúl Romero, José Enrique Peña y tantos otros compañeros guiados por los mismos propósitos de contribuir a la difusión de nuestra identidad histórica y legar para las nuevas generaciones el fruto de nuestros aportes de historia local.

Recordaremos su buen carácter, su don de gentes, la moderación y madurez de su juicio, la valoración de sus semejantes, y la dignidad de su postura frente a la vida.

A su familia, nuestra respetuosa solidaridad.



[1] Con ese motivo el Instituto Histórico de Canelones y el de Juanicó en forma conjunta, lo celebrarán colocando una placa en el predio de la Escuela, el sábado 1º de julio a la hora 14.

JUANICÓ SE ALISTA PARA FESTEJAR SUS 145 AÑOS

JUANICÓ SE ALISTA PARA FESTEJAR SUS 145 AÑOS

-          SÁBADO 1° DE ABRIL

-Hora 08.00.- Izado de Pabellones Patrios en Estación Juanicó.

-Hora 09.00.- Concentración de delegaciones civiles, nativistas y militares en el Parque del Complejo Deportivo Juanicó.

-Hora 09.45.- Recepción de Autoridades.-

-Hora 10.00.- Ejecución del Himno Nacional.

-Hora 10.15.- Palabras de Autoridades.-

-Hora 10.30.- Desarrollo del Desfile Cívico-Militar.-

-Hora 11.30 – Firma de Comodato entre el Gobierno de Canelones y el Directorio de AFE. Proyecto “Juanicó: de vino y carbón”, lugar Estación Juanicó.

-Hora 14.00.- Actividades Ecuestre en el Velódromo Omar Moizo

-Hora 19.30.- Espectáculos Artísticos en el Escenario Juan Pedro López, actuarán entre otros: - Desafiando Al Folklore

          -Lautaro Leal

          -Grupo de Danzas 4 rumbos

          -Grupo Orejanos

          -Grupo Senderos.

          -Óscar Ramírez y su grupo.

          - Grupo Jamaica

 

-          DOMINGO 2 DE ABRIL

 

-          Hora 10. Desfile de la Tradición en Honor a la Patrona de Juanicó: Sta Teresita del Niño Jesús. Salida desde el Ruedo Gral. José Artigas con llegada a la Parroquia.

 

-          10.30 Misa en Acción de Gracias por el 145° Aniversario de Juanicó. Parroquia Sta. Teresita del Nño Jesús.

 

-          Hora 12 (en adelante). Actividades ecuestres en el Ruedo Gral. Artigas.

 

-          Jineteadas, pruebas de rienda, etc. Partciparán las Tropillas:

 

-           “El Sacrificio” de Ramón Buve.

 

-          “La numerada” de Julio Giménez.

 

-          “Los gavilanes” de Alberto Sánchez

 

-          “Los Muñecos” de Vasconcellos.

 

-          “La Muñeca” de Alejandra Torres

 

-          “Escalando cerros” de Richard Segovia.

 

-          Floreos de Juvenal Martinez y Relatos de Puma Alonso. Payador Manuel Ocaña.

 

RUEDO GRAL JOSE ARTIGAS – VELÓDROMO “OMAR MOIZO”

 

                            CLUB CICLISTA JUANICÓ

         RUTA 5 KM. 38, Calle San Marcos. Juanicó. Canelones.

Entradas populares.

Traer sillas.

En caso de lluvia o mal tiempo el espectáculo del sábado 1 se realizará en el Club Ciclista Juanicó.

 

Organiza: Comisión Pro-Festejos Conmemorativos del 145° aniversario de Juanicó

 

Apoyan: GOBIERNO DE CANELONES

MINISTERIO DE TURISMO

MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL

Se viene la 12da Fiesta del Vino

Se viene la 12da Fiesta del Vino

El próximo 8 de octubre a las 20 hs. se llevará a cabo el clásico evento organizado por la comisión directiva del Club Ciclista Juanicó. Durante toda la velada se degustarán los mejores vinos de la zona, gastronomía artesanal y espectáculos varios completarán la jornada. 

El evento ha sido declarado de interés turístico por el Ministerio de Turismo y por el Gobierno de Canelones, respectivamente. 

JUANICÓ VUELVE A PEDIR MUNICIPIO. La cuarta ¿será la vencida?

JUANICÓ VUELVE A PEDIR MUNICIPIO. La cuarta ¿será la vencida?

 

Juanicó, 22 de febrero de 2016.-

A la Sra. Presidente de la JUNTA DEPARTAMENTAL DE CANELONES,

Doña Alejandra GOINHEIX.-

Presente.-

                                                     Los abajo firmantes, ciudadanos y representantes estatutarios de  Asociaciones Civiles,  todos con domicilio real o sede en Villa Juanicó, 1º Sección Judicial y Catastral del departamento de Canelones,  al Señor Intendente, DICEN:

       Que, vienen a impulsar (una vez más) la creación de una Autoridad Local para el Centro Poblado de Juanicó y una amplia zona de influencia suburbana y rural, al amparo de lo prevenido en los artículos 30, 262 y siguientes de la CONSTITUCIÓN de la REPÚBLICA, en el artículo 53 y sgs. de la Ley Orgánica Municipal Nº 9.515 de octubre de 1935 (en lo que fuere aplicable) y artículo 1º inc. 2º, 16, concordantes y sgs. de la Ley 19.272, y de acuerdo a los siguientes fundamentos:                                     

DE HECHOS:

 

I-             Que el centro poblado conocido por el nombre de “Juanicó” inició su proceso fundacional el 1º de abril de 1872, con la inauguración de la Estación de Ferrocarriles “Joaquín Suárez”, en campos de la Sucesión Francisco José Buenaventura Juanicó Sans y Pretós (Mahón, Iles des Balèares, 10 de mayo de 1776 – Montevideo, 16 de diciembre de 1845).

II-             En noviembre de 1888, pasa a denominarse Estación Juanicó, en honor al extinto Dr. Cándido Quintín Juanicó Texería y Pagola (30 de setiembre de 1812- 12 de noviembre de 1884). Desde ese entonces, a la fecha el Paraje primero, localidad después fue creciendo en número de pobladores, acompañado de servicios públicos (Escuelas rurales, destacamento policial, etc.).

III-           Que recién el 15 de noviembre de 2002, por ley Nº 17.587, la localidad fue declarada como: Villa Juanicó. Entrando así, en la categorización legal de centro poblado.

IV-          Que las Instituciones y vecinos de Juanicó, se movilizaron en 2006, a partir de la minuta de aspiración presentada por el entonces edil departamental Dr. Fernando Lúquez Cilintano en la Junta Departamental de Canelones, el 2 de diciembre de 2005 en sesión ordinaria del cuerpo (Carpeta 522/05 – Oficio 515/05), referente a la creación de una JUNTA LOCAL.

V-           Sin perjuicio de lo anterior, es de consignar que,  existía ya una localidad con autonomía histórica, cultural y de hondo arraigo al terruño, que fue tejiendo primero el primigenio caserío que se gestó en el entorno de aquella Estación, luego lo fueron consolidando primero, los centros educativos: la Escuela Rural Nº 7 (fundada un 22 de setiembre de 1879), o, la Escuela Rural Nº 51 (en marzo de 1911), la Escuela Rura Nº 88  de Las Violetas en 1927, por nombrar tres de los nueve centros educativos que se fueron instalando en una extensa región de Canelones; luego, un club deportivo, a partir de 1923, en torno –precisamente- de un deporte ornado en lauros para un país (el fútbol),   procreó una mística comunitaria, que abrazó desde aquel 12 de octubre de 1923, el nombre de Juanicó. Sus actuales colores rojinegro, unen a un colectivo cuya unidad conforma un tejido cultural, basada en la fraternidad vecinal; con ella, se forjaron otras expresiones asociativas, como el Club Ciclista Juanicó (28 de setiembre de 1938), el Juanicó Bochas Club (1932) o el Albatros Fútbol Club (30 de octubre de 1956), por nombrar algunos.

VI-           Que esta comarca, en la actualidad, cuenta con 9 centros de educación primaria (Escuelas Nº 9, 13, 51, 62, 88, 134, 160, 206 y 208), un centro de educación secundaria (Liceo Público Nº 1), un Centro Cultural (dependiente de EMAO -IC), el Centro Regional Sur de la Facultad de Agronomía (U. de la R.) y comparte con la jurisdicción de Progreso el Instituto Adventista del Uruguay.

VII-        Desde el ámbito productivo y económico, históricamente, ha sido Juanicó una región pujante, emprendedora, pincelando los tiempos de su proceso fundacional, con los colores de la innovación, yendo a la vanguardia así, en varias vocaciones del desarrollo: ganadería, lechería, vid y vino, horticultura, fruticultura, granja e industrias relacionadas al desarrollo del agro, turismo rural y cultural con eventos como la Fiesta del Vino y la Feria de la Tradición.  

VIII-       Por lo anterior, se ve con absoluta claridad, aquello que, la vieja Ley Orgánica Municipal de 1935, ya reconocía cierta relevancia legal –a los efectos municipales- a aquellos centros poblados que, reuniendo determinadas condiciones (artículo 58 inc. 2º num. 2), era fundamento necesario y suficiente para la creación de una Autoridad Local (Junta local).

IX-          El elemento demográfico, constituye otro de los requisitos (no acumulativos), para constituir una Autoridad Local tal como, desde la Constitución de la República hasta la reciente Ley de Descentralización y Participación Ciudadana, que -sigue una misma línea reglamentada en la ley de octubre de 1935- exigen; Juanicó, supera ampliamente los dos mil habitantes (mínimo legal para la creación de la Autoridad Local, ahora dado en llamar “Municipio”);  poco más de mil quinientos de ellos, viven en Barrio Estación Juanicó, MEVIR, Barrio El Remanso,  Albatros. Y otros dos mil, aproximadamente, en las zonas que, mantienen fuertes lazos con la zona urbana, nos referimos a: Las Violetas, Colonia Moricce, Rincón El Gigante, Vaeza, Villa Guadalupe, Albatros, La Chivera, El Tropezón, estas dos últimas zonas se desdibuja ya, la identidad juanicoense que deviene de las profundidades de la historia local, pues, la comunidad recreada en la 3ª Sección Judicial de Los Cerrillos incide notablemente en aquella latitudes, algo similar sucede con las históricas regiones de nuestra comarca, ubicadas al este: Caserío Murialdo, Paso Cuello y Paso del Medio o, al Norte, con los barrios del Ejido de la capital departamental (Ariel, San José, Aldecoa, Parada Rodó), territorio que formara parte de la vieja Estancia de los Juanicó.  Barrios del ejido de la capital que, por razones a expresar en este escrito, ha sido decisión comunitaria, mantenerlos al margen del futuro y eventual territorio municipal cuya creación se solicita.

X-           Que por las razones de hecho expuestas precedentemente, sin perjuicio de otras, nuestra comunidad cumple, además con los dos requisitos no acumulativos dispuestos por el artículo 58 de la ley orgánica municipal número 9.515. Vigentes hoy día, en la actual Ley de Descentralización: “Cada Municipio tendrá una población de al menos dos mil habitantes y su circunscripción territorial urbana y suburbana deberá conformar una unidad, con personalidad social y cultural, con intereses comunes que justifiquen la existencia de estructuras políticas representativas y que faciliten la participación ciudadana.

                   Podrá haber un Municipio en aquellas poblaciones que no alcancen el mínimo de habitantes requeridos por el presente artículo, si así lo dispone la Junta Departamental a iniciativa del Intendente. Para la constitución de Municipios dentro de las capitales departamentales se requerirá iniciativa del Intendente y aprobación de la Junta Departamental en concordancia con lo establecido por el inciso segundo del artículo 262 de la Constitución de la República. (art. 1º Ley 18.567).

XI-           Así, queda ampliamente expuesto, el argumento válido y legítimo además, de que, un Centro Poblado de estas características que, no sólo fuera declarado por ley, Villa. Sino que, desde el imaginario vecinal –y a nivel departamental- no se logra concebir a Juanicó como una “villa o barrio satélite” de otro centro poblado. Su historia y la identidad cultural que emerge de ella, para perpetuarse en los tiempos que vienen, habla a las claras de tal circunstancia.

XII-         Es más, apelando a políticas legislativas de ordenamiento territorial, Juanicó se erigió como  centro poblado con esa vocación de construir “ciudadanía municipal”, desde que en 1931, el Gobierno de Canelones aprueba los primeros fraccionamientos, que formará este Centro Poblado. Véase a este respecto, disposiciones de las leyes de centros poblados números 10.723 y 10.866 que, la primera en su artículo 1º reza: “Queda exclusivamente reservado a los Gobiernos de los Departamentos respectivos, la autorización para la subdivisión de los predios rurales con destino directo o indirecto a la formación de centros poblados…” .  Precisamente, el Gobierno Departamental de Canelones autorizó el fraccionamiento de los solares y el trazado de calles según el plano levantado por el ingeniero agrimensor Eduardo Mullin (en octubre de 1931), por ende se reconoce “provisionalmente” este incipiente centro poblado (tal como lo dispondría la posterior ley 10.723 de marzo de 1946).

XIII-       Que Villa Juanicó cuida el concepto legal de centro poblado establecido en el artículo 13 num. 5º de la ley 10.723, que dice: 5º) “Todo centro poblado deberá constituir, por lo menos, una unidad vecinal que permita el mantenimiento de una escuela primaria y de los servicios públicos indispensables.”  Es que, en 1872 se instaló la piedra fundacional de Juanicó, su Estación de Ferrocarriles; en 1879, se inaugura su primer  Escuela Rural Nº 10; en 1930, otro servicio público indispensable se instala la Sub-comisaría; en 1931, se decreta el primer fraccionamiento en solares de la ex propiedad de Sara Juanicó de Casaravilla; el segundo fraccionamiento se realiza en 1954; en fin, esa unidad vecinal reclamada por la ley posterior en el tiempo, se fue constituyendo ipso facto, hasta que, recién en 2003 se le reconoce legalmente como VILLA JUANICÓ.

XIV-      -Al Norte (con la ciudad de Canelones) sirven de límite: la vía férrea desde el kilómetro 43,100 de la Ruta 5, al Noreste: el Arroyo Canelón Chico.

   -Al Este  (con Caserío Murialdo y Canelón Chico) sirven de límite: el Arroyo Canelón Chico, Ruta 32 (desde el puente de Villa Rejo) hasta la Escuela Rural Nº 13 en Camino de Las Tropas.

   - Al Sur (con Progreso) sirven de límites: Camino Albatros, al Suroeste: Camino Lloveras.

   - Al Oeste (con Los Cerrillos), sirven de límite: el Camino Juan P. López y Cañada Etcheverría, al Noroeste: la Ruta 11 y la vía férrea (en el ejido de la ciudad de Canelones).

 

DEL PETITORIO:

    Por lo expuesto, los ciudadanos abajo firmantes, amparados en el artículo 30 y 262 de la Constitución de la República y artículos 1, 2 y 16 de la ley 19.272, SOLICITAN A LA SEÑORA PRESIDENTE DE LA JUNTA  DEPARTAMENTAL DE CANELONES:

 

  1. Enviar a la Corte Electoral para la validación de las firmas de los ciudadanos inscriptos que han adherido a esta iniciativa al amparo del art. 16 de la ley 19.272.
  2. Remitir las presentes actuaciones al Sr. Intendente para que en el plazo de 60 días emita opinión sobre la iniciativa de la CREACIÓN DEL MUNICIPIO DE JUANICÓ, una vez validada la misma.
  3. En definitiva, por la mayoría especial estatuida legalmente, previa opinión preceptiva del Sr. Intendente créase el MUNICIPIO DE JUANICÓ dentro de la 1era Sección Judicial y Catastral del departamento de Canelones.

 

Saludan a Usted muy atentamente,

 

 

NOMBRE COMPLETO         -              FIRMA                            -       C. CÍVICA 

DESPUÉS DE CASI VEINTISEIS AÑOS, VUELVE EL CICLISMO A JUANICÓ

DESPUÉS DE CASI VEINTISEIS AÑOS, VUELVE EL CICLISMO A JUANICÓ

  Diciembre de 1989 sería la última vez que un pedalista vistiera la casaca albiceleste del Club Ciclista Juanicó, por estos días, la nueva comisión directiva trabaja en los preparativos de la jornada ciclística del Apertura que se disputará en la ciudad de Melo, Cerro Largo, el próximo domingo 6 de setiembre.

     Y el viernes 4 de setiembre a las 19.30 hs en la Sala de Eventos del Club Ciclista Juanicó, se llevará a cabo la presentación del equipo de Juanicó que estará representando al Club en la próxima temporada ciclística.

       En otro orden de cosas, el próximo sábado 3 de octubre, por la tarde se vivirá una competencia de Mountain Bike con un circuito de 40 kms por caminos rurales y terreno escabroso de Juanicó; el evento se enmarca en el 77° aniversario del Club Ciclista Juanicó, y la 11° Fiesta del Vino. Organiza Federación Canaria de Ciclismo.