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Villa JUANICÓ (Canelones - Uruguay)

CHINA, EL GUSANO DE SEDA Y JUANICÓ

La producción de seda ha sido una actividad importante y se la ha asociado a un animal invertebrado, el  Bombyx mori (gusano de seda). Dicho insecto fue  domesticado en China por el año 2.640 a.C., según la tradición oriental se lo halló en los jardines del Emperador Huang Ti. Cuenta la leyenda que la esposa del Emperador, Xi Lingshi, fue quien descubrió al artrópodo que estaba destruyendo a las moreras de su jardín, la devastación de aquellas plantas sería provocada entonces, por gusanos blanquecinos que producían una serie de capullos brillantes.

    Según esa legendaria historia, Xi Lingshi dejó caer accidentalmente un capullo en agua tibia, vio poco después, que podía descomponerlo en un largo filamento. Y de esa manera fue que se descubrió la seda y así se produjo el nacimiento de la sericicultura. El alimento del gusano de seda es la hoja del árbol de la Morera, lo que le aporta al insecto es el almidón necesario para producir la seda.

     Los chinos guardaron celosamente para sí, el cultivo de la seda por más de 2.000 años.  

     El celo chino de cuidar el secreto de la cría del gusano de seda y las bondades de la sericicultura, se daba por medio de sanciones drásticas tales como la pena de muerte, a quienes sustrajeren huevos, gusanos o mariposas de la especie fuera de las fronteras imperiales. 

    En el año 550 d.C. el Emperador romano Justiniano (525 d. C. – 548 d. C)  envió a oriente monjes cristianos para predicar la fe y, de cierta manera, los religiosos pudieron burlar las medidas de defensa china establecidas para la sericicultura, y así lograron llevar a occidente no sólo el conocimiento adquirido de la técnica, sino además pudieron llevarse consigo semillas de moreras y huevos de aquellos gusanos.

    Posteriormente, desde Grecia la sericicultura se expandió hacia otras regiones de Europa, Asia y África del Norte, obteniendo muy buenas sedas en Italia y en España, por ejemplo. La seda y la cría de los gusanos que la producían, cruzó el Atlántico en 1763. El padre Ramón Termeyer SJ trajo al Río de la Plata un frasco lleno de huevos de tales insectos “con los que esperaba desarrollar la industria del gusano en estas regiones”[1].

      El propio Termeyer cuenta: “Así lo hice en Montevideo, Buenos Aires y últimamente en Córdoba”, aunque su tentativa de hacer prosperar la cría del gusano de seda fracasó, al no encontrar moreras para los gusanos que necesitaban de este árbol para vivir. Debe ser ésta una de las pocas experiencias jesuíticas frustradas o de rotundo fracaso, en el Río de la Plata.

    En la Banda Oriental, según hemos podido investigar –avanzado el 1800- Francisco Juanicó (1776-1845) introdujo a estas tierras –entre otras especies arbóreas- “moreras blancas para sustento de los gusanos de seda…”[2] Lo que se desconoce es sí Juanicó desarrolló, en la Provincia Oriental (o posteriormente, en el Estado Oriental) la sericicultura con fines comerciales o sólo crio gusanos de seda para uso doméstico o recreación familiar.

    Rastreando archivos digitalizados en la Biblioteca Nacional se encuentran documentos, avisos comerciales en diarios o publicaciones de la segunda mitad del siglo XIX que desarrollan o promocionan la actividad sericícola (crianza de gusanos y producción de seda) en el Uruguay.

   Lo que sí, podemos dar referencia testimonial o empírica, es que en estas tierras de Canelones existió la crianza de gusanos de seda; pues el suscrito siendo alumno del ex Colegio Sta Teresita del Niño Jesús,  Parroquia homónima de la localidad de Juanicó, Canelones (a mediados de los años 80 del siglo pasado) en el patio de aquellas instalaciones  existieron frondosas moreras blancas que daban sustento a los domesticados artrópodos que el alumnado criaba, desarrollando una verdadera actividad didáctica en ciencias naturales.  

  Ahora bien, con esta breve exposición se abre una nueva pregunta ¿habrá sido Francisco Juanicó el introductor al país de tal laborioso insecto?

 

Dr. Fernando Lúquez Cilintano

Abril, 2020.-



[1] “Los Jesuitas y la cultura rioplatense” pág. 104 Furlong, G. Montevideo 1933.

[2] Crónica de un Hogar Montevideano durante los tiempos de la colonia y de la Patria Vieja, pág. 6 Lerena Juanicó, J. Montevideo 1937.

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