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Villa JUANICÓ (Canelones - Uruguay)

EVOCACIÓN DE JUAN JOSÉ LACHAGA

 

                                    por Agapo Luis Palomeque

 

El sábado 17 de junio, luchando contra una cruel enfermedad y rodeado de su familia, falleció a los 82 años de edad, Juan José Lachaga Rodríguez.

Tan inesperada noticia me hizo rememorar una escena de mi niñez: mi padre, modesto albañil, conversando -lo hacían a menudo- con Eudoro Melo, prestigioso y acaudalado hombre de letras. Uno era blanco. El otro colorado. Ni las diferencias de situación económica, ni de cultura, ni de opción política eran obstáculo para una amistad respetuosa y sincera.

En ese Canelones tan entrañable donde las presunciones de estatus no eran visibles, y la política no debilitaba los afectos, conocí al adolescente Juan José Lachaga.

Lo traté por primera vez en 1954, en el club político del recordado diputado Gastón R. Rosa, ubicado frente al Cine-Teatro Politeama. Resulta hoy insólito pensar que los sábados de mañana el esforzado Gastón Rosa atendía nada menos que a un centenar de personas, mientras las secretarias Nelly Perelló y Mirtha Perrone iban y venían llevando y trayendo papeles. Allí, en un clima de profundo respeto por las ideas de los demás, junto a los veteranos Abelardo Cabrera, Santiago De León, Alberto Cabrera Martínez, Marcos Pastorino (padre), Ramón De León Yanivelli, Gabino Costa, Teófilo Fuentes y Ricardo Reverdito, hacían sus primeras armas y se cultivaban los jóvenes Luis Alberto Re Pereyra, Nelson R. Peraza, Julio C. Gómez y los hermanos Nolberto y Juan José Lachaga. Por allí correteaba, niño pequeño aun, José Rosa, hijo de Gastón y de su esposa Reina Ellebori.

En ese ámbito se contaba que el tradicional adversario don Tomás Berreta -tomado prisionero en 1904 en la batalla de Fray Marcos y liberado al día siguiente por Aparicio Saravia-, había tenido el gesto, en 1938 (año en que por las intensas lluvias se habían suspendido las elecciones nacionales en el Tala para el domingo siguiente), de poner a disposición de José Rosa Giffuni, padre de Gastón Rosa, una invalorable “Cachila”, indispensable en la época para trasladar votantes, que fue uno de los aportes decisivos para inclinar el resultado a su favor en el pleito interno y salir diputado. Noblezas de aquellos tiempos…Pocos años después Tomas Berreta accedió a la Presidencia de la República.

Ese club cumplía fielmente una misión esencial de la época: la de ser intermediario entre las necesidades de la gente y los obstáculos de la burocracia estatal. Era, también una escuela cívica y de tolerancia política, a la que colaboraba periódicamente el maestro Nelson Rosa.

Recuerdo entonces haber visto al adolescente Juan José Lachaga estudiando el Código Rural -sin que nadie se lo pidiera- para entender mejor los problemas que planteaban los trabajadores del campo que allí acudían. Ya entonces complementaba un espíritu solidario con una inclinación autodidáctica a aprender y una corrección de conducta que lo destacaba.

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Juan José era hijo de Gregorio Lachaga y de Ana Rodríguez, cultivadores de vides en Las Violetas en la década de 1930. De ahí que los  primeros años escolares del niño Juan José los cursara en la escuela rural de los esposos Chamorro, hoy denominada legalmente Nº 88, Alfredo Nobel, que entonces era solo un rústico galpón, y que el próximo  1º de julio cumplirá 90 años[1]. Fueron sus hermanos Gregorio, Norberto y Ana, estos dos últimos actualmente fallecidos.

Tiempo después completó su ciclo escolar en la Escuela Nº 110 Tres Esquinas (hoy Joaquín Suárez), que era mixta; - entonces  las Escuelas Nros. 101 y 102 eran, hasta 1945, solo de niños y de niñas respectivamente.

Constituyó una familia sobre sólidas bases morales, que integró con su esposa Nelly Adeli Vizzolini y sus dos hijos Ruben y Víctor.

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La vida nos separó durante unos cuantos años. En ese lapso  Juan José desarrolló actividades de dirigencia deportiva (extremo que ya destacó Omar Sosa en este diario). Asimismo estudió radiotecnia y reparación de televisores, computación y taquigrafía. También  desempeñó importantes cargos en  la administración Departamental (Director de Personal y Administración, Secretario de Tesorería y de Urbanismo), y participó de diversas candidaturas políticas (2ª línea a la Junta Departamental, lista 5, 1959; 2º suplente al Concejo Departamental, 1963; suplente a la C. de RR., lista 9, 1967; candidato a la Intendencia, 1971).

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Finalmente, el flujo y reflujo de los sucesos nos llevó a  reencontrarnos en el Instituto Histórico de la ciudad de Canelones. De inmediato se adaptó a nuestra dinámica interna.

Se incorporó poco después del año 2010, y por necesidades urgentes debió tomar a su cargo los trabajos de tesorería, donde realizó encomiable labor, con  información oportuna,  precisa y documentada de los movimientos de caja. Nuestras deliberaciones se enriquecieron con sus aportes y siempre tuvimos en él una palabra prudente y atinada, mostrando su vasta experiencia en el trabajo de equipo.

Su trato afable le dio a su presencia la impronta de la seriedad y a la vez del compañerismo, tan necesarios en instituciones como el Instituto Histórico, donde nunca es inoportuno el esfuerzo para mantener la neutralidad en materia política, religiosa, artística o ideológica, y no perder asimismo su carácter de entidad sin fines de lucro económico.

Fue, en muchos sentidos, un ejemplo. Así lo apreciamos junto a quien esto escribe, Óscar Nobile, Lito Saibene, Olga Roca de Vigo, Maricel Costa, Melva Gandini, Ruben Volonté, Mimocha Bianchi, Alfredo Gilino, Ezequiel De Lucía, Dalmiro Jover, Vilda Azzi, José Vidal, Betty Quilice, Raúl Romero, José Enrique Peña y tantos otros compañeros guiados por los mismos propósitos de contribuir a la difusión de nuestra identidad histórica y legar para las nuevas generaciones el fruto de nuestros aportes de historia local.

Recordaremos su buen carácter, su don de gentes, la moderación y madurez de su juicio, la valoración de sus semejantes, y la dignidad de su postura frente a la vida.

A su familia, nuestra respetuosa solidaridad.



[1] Con ese motivo el Instituto Histórico de Canelones y el de Juanicó en forma conjunta, lo celebrarán colocando una placa en el predio de la Escuela, el sábado 1º de julio a la hora 14.

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